5 de abril de 2009
Regalo
La mañana parca y gris ha regalado en su primer bostezo un ángel joven de sonrisa fácil y anteojos carmesí, de mirar extraño con ganas de conocer, inseguro, aún con sueño y temerosa de estos ojos que la desnudan desde lejos. Sus trajes son cortos, polo gris, short vainilla, piernas de espuma, labios entreabiertos, de sentar inseguro e incomodo por lo diferente del asiento con su segura nube del cielo. Su cuello es como el tuyo, largo, fino, de cisne en luna llena, sus ojos son del mismo marrón que los tuyos, y esa forma de avergonzarse con mi cara de maldad, sus lentes rojos, esa forma de recogerse el cabello, de dejarlo caer sobre la frente, ese verme y no verme, el que se mueva hacia mi lado, el que yo me acerque a su lugar, ese husmear por la ventana en busca de un punto común, un posible tema que nos acerque, sus labios se abren más, y esas piernas, y el bendito short, y cada vez más cerca, y el transporte que acelera, y la nube que nos lleva, y los lentes que se caen, el cabello recogido, castaño, claro, que entrega el cuello a Nosferatu, que finge pecar para irse conmigo. Ese sabor de sus labios, como los tuyos, esa forma de tomarme el cuello, de apretarme a su pecho, de llevar mis manos a sus piernas, ese bendito short, sus lentes en mis manos, como antes los tuyos, su boca más abierta, la nube que se eleva, el cielo, el beso, la ventana… y la mañana que te trajo a mi y me hizo soñar todo esto.
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