25 de noviembre de 2011

Una Maldita Sensación

Las cucarachas sobreviven al minuto, corren entre las sombras porque cada paso puede significar la captura de una suela o de un diario enrollado. Cualquier día puede ser el último, pero el hambre las hace correr ¿Cuántas bocas tiene que mantener la cucaracha promedio? Puedo verlas en la oficina, saltando por los escritorios, entre papeles que no entienden, por los teclados y los cables que facilitan su escape de algún oficinista frustrado. Se mueren, las matan y las mato, algunas pocas huyen, pero siempre están, a la vuelta de cualquier hoja, al abrir el cajón más olvidado del escritorio, o detrás del libro que necesitas para tu informe. Las cucarachas no guardan luto en su guarida, las que sobrevivieron vuelven a la carga inmediatamente después de digerido su almuerzo, parece que salieran más de las que entraron, se dispersan por todas las direcciones con menos probabilidades de sobrevivencia que las anteriores. La matanza espera otra vez, alguna pasa cerca y mi zapato no le muestra misericordia.

Maldita sensación la que me deja la cucaracha en el pie, si parece que aun estuviese ahí, moviéndose para sobrevivir, intentando seguir corriendo para esconderse en algún ducto de ventilación o en cualquier agujero donde no la alcance una extremidad asesina. Maldita, maldita sensación, me pica el pie y ahora parece que muchas cucarachas suben por mi pierna. Debo disimular la sensación, mi jefe me ha notado algo inquieto, yo he notado muchas cucarachas en su escritorio, pero siempre las extermina con el diario de la mañana o con una contundente pisada. ¿Cuántos hijos habrá tenido la cucaracha que está bajo mi suela? ¿Cuántos días de vida habrá cumplido?, no importa, solo sé que me ha dejado una maldita sensación en el pie, que durara todo el día aunque me quite el zapato, aunque me rasque mucho la pierna, aunque el jefe me note inquieto, aunque me llame a su oficina y me diga que mis números siguen muy mal, que ya no vendo, que no respondo, que las metas me han dejado muy chiquito, que no le importa si tengo 2 hijos y uno en camino, que no es su problema si voy a cumplir 45 años, que no le interesa saber si estoy sobregirado en 3 tarjetas de crédito.

Yo puedo verlo levantar su pierna, prepararse para una contundente pisada, trato de huir pero ya todo está perdido, mis amigos siguen afuera, corriendo por migas de alimento, ojala los acompañe una suerte mejor, nada puedo hacer ya, solo espero dejarle a mi ex jefe una maldita sensación en el pie

21 de noviembre de 2011

Silencios compartidos



A Christian y las ausencias.




Quizás el tiempo nunca nos convenza de que las cosas tenían que terminar así. Es probable que andemos algo despedidos de este mundo con cada pérdida. Posiblemente haya momentos en que simplemente quieran negar todo y a todos. Puede que mañana cueste más la mañana y que su nombre sea el remolino que nos lleve a un pasado que se añora. Llorar no es un pecado, ni cosa de niños, es la expresión de la impotencia, el grito reprimido por tiempos de fortaleza, es el reclamo no oído por tantos días interrogando, es demandar por llevarse a quien amamos, ese intento de apagar los silencios, esos silencios que tanto compartimos. El dolor será bienvenido porque es en respuesta del amor más bello que se tiene y porque será un pasajero inconstante sin habitación ni abrigo. No preocupar, la sonrisa será producto de la satisfacción que nos da haber entregado dedicación y amor a quien nos dio lo mismo y más. La calma posterior se dará por esa extraña sensación para algunos y certera expresión para otros de que aquella persona sigue presente entre nosotros. No dudar de la futura tranquilidad y recordar siempre que el sueño será vuestro refugio para con ellos y los logros la mejor expresión de las promesas cumplidas. Ayer dejará de ser un ayer del olvido y tus lágrimas y su despido serán los protagonistas que confirman de que la vida es bella compartida y la despedida sublime cuando se acepta más no se entiende.

20 de noviembre de 2011

NS

Y tú estas parado en medio de todo, mientras la cabeza no hace más que girar. Quisieras entender muchas cosas y sabes que aún hay experiencias que faltan consultar. Fracasos y victorias con quien compartir. Pero tú estas parado en medio de todo con un silencio desalojado

No me pidas que no exija después, un saldo de cuentas, no me pidas que mañana no vuelva a preguntar por qué. No esperes que siempre ponga mi otra mejilla ante las circunstancias de la vida, ni que la sonrisa me salga tan barato como en otras ocasiones. Ahora sabemos que vendrán tiempos distintos, sin tu de mi, sin mi para tí, pero contigo siempre.

Ahora en el norte mi corazón se ha calmado pero a su vez, se han ausentado las gracias que me motivabas. Sé que estarás en el rinconcito de mi todo y abrazaras con fuerza mis nuevos sueños. No suena la campana, ni cantas en las mañanas, la tetera no hace su canto en la cocina tan tuya y desde le alto no suena tu voz llamando...¡Hijo! Ya caigo en la idea de ese mañana distinto y me levanto una vez más de un sueño postergado.

11 de noviembre de 2011

#todoslosdiassoniguales

Todos los días son iguales
Detrás de un vidrio el cielo cambia de color, o eso parece
Los amantes se besan, el miedo reza por perdón
Las sombras se transportan, cruzan miradas, mezclan sus cuerpos
No sienten nada
Es la hora en que algunos entran y otros salen de sus empleos
El reloj de la oficina marca la pauta, dicta las acciones, escoge las derrotas
Entre alertas, rumas de papel, excusas, motivos y distracciones,
Se pasan la mañana, la tarde, la noche
Mientras los jóvenes crean mentiras con esperanza
Los viejos se resignan a esperar en sus celdas que algo termine
¿Cuál es el grado de mortalidad de la rutina?
Los viejos se resignan a esperar en sus celdas que algo termine
Mientras los jóvenes crean mentiras con esperanza
Se pasan la mañana, la tarde, la noche
Entre alertas, rumas de papel, excusas, motivos y distracciones,
El reloj de la oficina marca la pauta, dicta las acciones, escoge las derrotas
Es la hora en que algunos entran y otros salen de sus empleos
No sienten nada.
Las sombras se transportan, cruzan miradas, mezclan sus cuerpos
Los amantes se besan, el miedo reza por perdón
Detrás de un vidrio el cielo cambia de color, o eso parece
Todos los días son iguales.

7 de noviembre de 2011

El cielo y el infierno

A la Mila.


En el cielo las calles son anchas, y están rodeadas de campos verdes sin fin. Hay muchos árboles y poca sombra por el placer de recibir directamente los rayos del sol en el pecho. El suelo es suave, las piedras no duelen, no hay pasos en falso y nadie jala de la cadena opresora.

En el infierno todo es oscuro, cada sombra amenaza el abismo o una recia pared fría. Se debe andar a tientas, confiar de los demás sentidos para alcanzar algunas gotas de agua o unas sobras de comida. Nadie parece escuchar tu llanto, todos los días son iguales, la rutina ofrece pocas salidas y el dolor se multiplica cuando en el vientre algo crece, algo que lastima.

En el paraíso la compañía llena las tardes y se juega hasta que el sol se oculta, los hermanos corren, mamá regala cariño y papá estrena una mirada de amor puro. Las nubes están al alcance y se ha derrocado a la tiranía del tiempo.

En el tártaro se está solo, no hay lazarillos ni señales de aviso, se aprende con cada golpe, se cae con cada enseñanza. El ruido confunde, las personas son ecos, reflejos de algo que se siente pero no se ve. Los días y las noches se mezclan bajo la capa de la oscuridad agresiva, que todo oculta, que con todo amenaza.

En el sueño no hay dolores, no hay quejidos, no hay motivos, no hay miedo. Despierto, el dolor nace en cada esquina, los colores que antes fueron confunden los sentidos debilitados por la vejez, se lucha pero se pierde siempre, cada batalla y siempre la guerra, donde espera la muerte, el sueño y el paraíso al fin.