6 de junio de 2009

Ladrón que roba a ladrón

Y ahora la noche musita, susurra suavemente el deleite musical. Ahora viene de nuevo una melodía cautiva y nos sorprende en la mirada ¿qué me dices te animas bailar? dejar que esa canción nos robe las excusas, te prometo inventar los pasos para que te vuelvas a tropezar y de nuevo caigas sobre mí y de nuevo le exiga a la casualidad. Tus labios, nuestra cercanía, la comunicación corporal, ese encanto nuevo que habíamos alquilado de a pocos, para luego hacerlo nuestra propiedad. Eran los motivos suficientes, yo tenía algunos más por si faltaban, tú seguramente, no pensabas ninguno anular. Andábamos excluyendo los presentes, nos fijábamos tan solo en el otro, quizás hubo más para los ausentes, que escucharon una historia más audaz. Tú me decías, pequeño ya no sumes, y yo respondía, mujer no te preocupes. Te parece que mientras le robas la sonrisa al extraño y yo me robo los tuyos con cada timidez ya dominada, con cada soltura mal inventada, seguro habrá quien nos regale esos 100 años de perdón, aunque ni tú ya lo pidas y aunque ni yo ya los robe.