Ahora, ya lo sé, el reloj ha disparado sus manecillas, los astros han bailado su ritual universal, se jubilaron las oscuras golondrinas, la luna y el sol se me han echado de más. Ahora, en sus bocas consejeras, lo mediato se ha hecho inmediato, le quedan menos días a la eternidad, ya los trenes salieron hace un buen rato, el otro lado de la puerta sigue asustando, por aquello de no estar preparado, por aquello que llaman futuro.
Y es cierto que he gastado el tiempo deshojando estrellas, sorprendiéndome con los finales, es verdad que el insomnio tiene título, editorial y derechos de autor, que se fue crédulo con la gravedad, que faltaron ganas de salir a luchar. También confieso haber pecado de soñador, algún día escribí a mi gusto, algún día ese gusto le gusto algunos, algún día fui un buen lector, algún otro siglo entendí a Vallejo, en otra alma le creía Schopenhauer, con otro corazón moría en rimas por ti.
Ya cuando la realidad te escupe, y no se deja consolar, cuando mueren tus esperanzas y empiezas a vivir el mañana, cuando no te conviene el empleo que te convenía, cuando todos te han saltado por encima, cuando eres una promesa incumplida, un cheque sin firmar, un curioso y empedernido conocedor de todo menos de algo que de comida, cuando te sientes perdido entre el deber y el placer, cuando hay muchísimo por hacer, cuando hay oferta y demanda en tus labios, una biblioteca nostálgica en la habitación, leyes de mercado que baten colecciones ilustradas, cursos que dan ganas de estudiar. Cuando el camino vuelve posarse sobre concreto roído, ¡es hora de actuar!, pero nadie me quita lo leído.
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