20 de febrero de 2008

El amor en los tiempos del cólera.

Y está presente en todos lados, la imaginación del creador se convierte en relato de un tímido confesor de aquellos que te descubren porque simplemente sabes escuchar y tú, el lector, pasas en cuestión de segundos, con el primer párrafo de lectura, de un tímido observador a un creador imaginario del mundo y consecuencias contadas, vas leyendo detalles, el pensamiento del hombre, y lo que ve, la subjetividad se te plantea en cada uno, tú eres un lector y el mundo te lo cuenta para que lo pintes, eres el artista nuevo, eres el creador de lás imagenés, se te pide esculpir un rostro, dibujar una mirada, entonar las voces y melodia, eres tú el nuevo creador y otro es el que te lo cuenta, como se habra sentido el cuentista cuando era el escritoreso si que debe ser indescriptible.
Que sensación tan espectacular haber terminado la novela a las 11:35 y haber visto la pelicula seis horas y media más tarde, se te plasma todo, la imaginación se convierte en realidad tu barquito se hace más grande, tu voz, tiene otro tono y en este caso para males otro idioma, con ello se despiertan ligeras decepciones, puesto que a Fermina Daza me la imaginaba más hermosa, a Jubenal Urbino más blancon y fornido, a Flronetino Ariza más feo y pusilanime, más parecido a la sombra de alguién, aunque debo contar para alegria, que el fondo, el paisaje, lo que acompaña detrás esa belleza que se cuenta despacio, esa naturaleza, se me quedo chiquito, las imagenes son hermosas no hay nada que reprochar ahi. Cuando lees te das cuenta que no puedes ver tu novela en la pelicula, si buscas ahi te vas a ir decepcionado, pero cuando buscas el esqueleto de la novela con ligeros musculos, con piel en los personajes, no te vas a ir tan mal. Pudes ver que ama más cuando se escribe que cuando se muestra, se nota más el amor cuando se lee, que cuando se ve, y dicen muchos disconformes que la pelicula es mala porque su imaginación era mejor, solo que debo confesar que mucho sentiran y por ello quizas critiquen al ver la pelicula, que les devuelven la sensación de ser humanos, de ser simples lectores, de no ser los creadores de una historia tan hermosa, vuelve la envidia por el genio, y tus legajo mal contado y aun no terminado se te pierde la cabeza. Pero bueno fue genial ver el resumen de la novela en el cines repetir frases antes que las digan porque acabas de leerlas horas antes, describir las imagenes que mostraban con el detenimiento que te lo hace un escritor, los detalles de un movimiento los fondos, como hace para no mirar a alguien, para ocultar una sonrisa, para demostrar su miedo, para decirl a alguien que ha esperado esta ocasión durante más de un siglo, para repetirle una vez más su juramento de su fidelidad eterna y su amor para siempre.

14 de febrero de 2008

Sueño de un martes que viene

Tu nombre es como un sueño el martes que viene, un sueño repetido y con mucho de deja vú, un sueño mal soñado, pero siempre un sueño. Sueño en la mañana de 8 a 10, y en la noche de 10 a mil. Un espejismo que se perdió en la cuaresma, una ilusión que revivió en carnaval. Sueño de un martes que vendrá, de todos los que están por venir, de todos los martes que ya se fueron. Espejismo de abril, de abriles mal vividos, como este sueño mal soñado, pero sueño al final. Sueño en insomnio, que lo hace más especial, sueño en 500 noches, que lo hace repetitivo, sueño que enamora con un hambre marginal, con esperanza de dejar de ser soñado, con emoción de nunca haber sido tan solo un sueño.

6 de febrero de 2008

Y no me se ocurre nada

Noticias malas, por las sombras anticipadas; malas nuevas por fotografías reveladas, fotografías destinadas al olvido, a ser borradas del ordenador. Regreso a calle melancolía, al boulevard del mal vivir, a las canciones tristes, a 3 insomnios, 2 suspiros, a un adiós.
Me deja el mal sabor en boca, de los besos no dados, de los versos callados, de las risas... esas risas... esa risa. Rabo de nube, sonrisa inolvidable, soledad que estaba sola, encargada de la aurora; cuanto cuesta verte partir, cuanto pesa el querer huir, cuanto le pesa a los brazos los abrazos que no se darán, cuanto le cuesta a la rabia el saber que la he vuelto a llamar.
Así que entre tanta pesadez, entre tanto adiós, al final de un disco, a mitad de un libro, y a principio de semana, no hago otra cosa que pensar en ti, y no me se ocurre nada.