Para Abril,
que era inalcanzable
que era inalcanzable
y se dejo alcanzar.
Y eso nuevo, diferente, desafiante, que se nutre de ti, que emana de la mañana, que vive de noche y de madrugada. Eso que hace diferente el vivir, que hace más difícil una hoja en blanco, que te vuelve verbo, acción, que pasa de los deseos y se vuelve realidad. Eso que hace un año era otro Abril, que se lo habías regalado, que le reclamabas su distancia, y que ahora va contigo, quizás hasta más emocionada.
Qué es ese nuevo color en la paleta, ese desnivel en la vida, esa sonrisa en el edén, esa carcajada a las puertas del infierno. Ese control, ese recato, la abstención y el adiós (por fin) al tabaco. Esa sonrisa que ilumina; y, que diablos, ese ser cursi, ya no ver el lado oscuro de su corazón, sus actos infames y sus errores de aprendiz. Qué es ese deseo de ser brisa en la ventana, de ponerle tú nombre a mi almohada, de deshojar estrellas mientras las noche nos consume, ver ocultarse al sol para darle paso a su hermana, que la luna salga redonda y amarilla, entera, radiante, celosa de lo que pasa aquí abajo. Que son esas ganas de perder el tiempo, de fallar a los demás, de tirarnos en el pasto y amar por amar, dar vueltas, gemir, besar, hundirte en mi pecho. Qué son esas ganas de rellenar nubes, de huir fingiendo, de volvernos una isla y estar rodeados de otras igual, de vivir frente al mar, escapar por un rato y volver con pena. Qué es eso Abril, qué hiciste con mi malamor, cómo así que tengo una nueva rutina, cómo fue que te dejaste alcanzar.
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