De improviso y sin medidas bajas al umbral de la madrugada, luna llena y celestial, a mezclar en la baraja de mis manos una duda concreta que me contagie ganas de querer regresar. ¿Acaso guardas tu mis respuestas o llevas el silencio vespertino para impedirme respirar? Tú eres esa interrupción luminosa que brilla a lo lejos y en el mar, digamos que eres la fotografía que me faltaba encontrar, que sigues siendo onírica, atadora de los cabos, víctima de mi inspiración. Digamos que pasaste para volver, que tu piel de manzanas frescas ha manchado el mejor beso jamás dado, que has vuelto para fabricar insomnios, un despiste del Dios que pide sacrificios a la humanidad.
Tú eres la noción de un imposible, el estandarte de una utopia, el tiempo que vuela con tus suspiros, la tierra que gira para tus pies. Tú eres mi sueño en su cama, la ventana de enfrente, el camino deseado, tú eres la paz del crepúsculo, la vertiente que acaba en el mar, las nubes que se dibujan en el espacio estrellado, los pétalos caídos sobre mis manos. Tú eres un lunar en mis ojos, un despiste, un pecado, un deseo. Tú me has devuelto otra rutina, tú me has hecho volver a empezar.
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