24 de mayo de 2008

Devuélveme el mes de Abril

Recibe un salud, un beso, un abrazo, un abrigo. Recibe el recuerdo de lo que vivimos, de las muchas risas que compartimos, de las charlas infinitas, del no quererlas terminar. Guarda la compañía y el eterno consuelo, el amor callado, la nostalgia escrita, los pretextos justificados y las excusas prestadas. Consérvanos en camino, camino a mañana, hablando de nada, hablando de todo y con muchas risas. No olvides los cumplidos, los saludos a medias, la confianza completa, las caricias tímidas con el primer salud, las historias exageradas y las exageraciones que hicimos, con muchas risas.

Omite el final, la torpeza, el desvarió, la lejanía, el malestar, la tristeza y melancolía; la frialdad, la agonía, la noche y su despedida. Olvida lo que no puedo olvidar, déjame todo eso a mí. Devuélveme el mes de Abril, sin ninguna risa.

21 de mayo de 2008

Con 2 días de más

2 días para recordar, sacados del olvido, de ayer, de martes que se fueron, del jueves que vendrá. 2 días de “hoy la he visto… La he visto y me ha mirado… ¡Hoy creo en Dios!”, 2 días que llenan un mes, un ciclo, que justifican y son esencia, que te arrancan de la ausencia.

Por las visiones que me regalaste, moviendo la manito para saludar, sacudiendo los dedos al aire, a mi aire, a ese que se nos entromete. Por los besos de mejilla, por tu inmensa sonrisa, si todas las mujeres sonriesen como tú, este Gólgota seria el paraíso.

Corazón veloz, que vuela bajo, que aletea débil, como el más hermoso regalo. Que se permite ser natural, que se muestra desinhibida, con la cara limpia, con las manos frías, llena de temores y nostalgia, risueña y callada, como tú sola.

Por tu inmensa belleza, por tu ser entero, por lo claro en tu mirar (con ayuda de las gafas), por tu espalda domesticada, por los muslos apoyados, por tu ser y tu derroche, que me ocupas 2 días y sobre todo mil noches.

18 de mayo de 2008

Camino al camino

Suele suceder que cuando sales de viaje, las aventuras no son las que buscabas y los resultados, tampoco. Suele suceder que los acontecieres, te resulten difíciles de aceptar, y quizás luego sean anécdotas para contar.
Lima ciudad se despidió con su gris de siempre, con ese frío triste que tanto gusta y disgusta, uno, peatón, que busca encontrar en los viajes el camino a los recuerdos imborrables, ese buscar del paraíso, del cielo escondido, esa utopía de vida plena, ese sentir de algún pasado vivido, el aire puro que tanto contaminas, y en este caso con el frío maldito que te recuerdan lejanías.

Saliste y junto a la aventura iba también tu compañera, la de los ojos cansados y sonrisas encantadas, algunos desconocidos que imaginamos amigos y muchas ganas de seguir el camino.
-Arriba siempre arriba decían quienes bajaban, y uno entre maldecidas les decía tan solo: buenos días. Igual dejamos al frío ser nuestro enemigo, a la altura se le permitió su altanería, gritándonos que no estábamos acostumbrados a estos trotes, y al cansancio, el maldito cansancio, el culpable de el olvido, el que excusa la confianza al ajeno; se le permitió la búsqueda de ayuda, mientras que a la noche, la maldita noche, en que nos perdimos en medio de estrellas y una luna que permitía una la ligera luz, esas, que dicen de esperanza, de volver al mismo camino en que nos decían: arriba, siempre arriba no te canses, falta poco, media hora, unos cuantos respiros, más tiempo de frío, pero... no nos desvíes del camino, no nos dejes en medio de la nada, no apresures el paso abusando de nuestro cansancio y no te vayas con el abrigo, dejándonos ya, con varias horas de frío, con mucha nocturnidad, con bastante desconcierto, con casualidades ante tanta desdicha y muchas ganas de saber que abajo, allá abajo esta el abrigo, el calor de una buena noche, la delicia de una buena cena, pero arriba, allá arriba se quedan, las cosas robadas, las imágenes perdidas, la experiencia mal contada, el tiempo detenido, las casualidades muy buscadas, la fogata de calores pasajeros, las salchichas que invitaron desconocidos y los colchones que robamos al paisaje, para seguir creyendo que ya llegamos a donde debíamos, y que creamos juntos a otros extraviados, nuestro propio final del camino.

14 de mayo de 2008

Un buen verso

Un buen verso es decir que quizás mañana no te querré, haciendo hincapié en que hoy muero por ti. Confesar que quiero a muchas, resaltando que una de ellas eres tú. Que me voy para nunca, prometiendo volver. Que quizás ya no esté, pero mira aquí estoy.
Es resignarse y decir que ya no nos quedan esperanzas, mientras recordamos lo vivido. Blasfemar a tu imagen, implorando tu piedad. Es cantar besos de ensueño, tratando de hacerlos realidad. Es gritar mil secretos cerrándote los labios, abrirlos para pedir un poquito más. Escribir sobrio de ebriedades, estudiar lo que nunca aprendiste, lo que nunca aprenderás. Entregarse a la locura, a la emoción, al mal vivir. Es atarnos cadenas que griten libertad, guardarse espacios que luego se regalarán. Verte cada día más bella aunque sea imposible, es sacar cuentas claras de lo inmedible. Un buen verso es lo que yo no escribiría, un buen verso es una excelente mentira

3 de mayo de 2008

Palabra de Borracho

Se que estoy borracho, ¿Qué acaso crees que no se contar cuantas cajas vamos apilando?, se que estoy mareado, que ya me chocó el aire. Carajo, si volví a contar nuestras historias sin que nadie me las preguntara, si volví a repetir lo que paso, la estupidez que hice; exagerando para que te dieran la razón, para que tu partida sea comprendida, para que mis amigos no te puedan recriminar nada. Si hasta me empujan a buscarte, a volver a empezar. Discúlpame pero esta semana he estado muy agresivo, me he sentido como un patán, he estado reaccionando muy fuerte, lo siento pero estoy borracho. Alguna vez comprenderás esta razón, algún día tratare de explicarte la necesidad de mi pecho de oprimirse contra el tuyo, de envolverte con el brazo, de renacer juntos, de que estés como antes junto a mi en la resaca, que me levantes entre gritos de “vas a llegar tarde” y “ahora si te despedirán”. Algún día lo comprenderás, o tal vez nunca, tal vez me lo guarde y seguiré brindando a tu salud, defendiéndote ante los demás, porque tu no tuviste la culpa, porque aquí el imbecil soy yo, que no aprovecha las ventanas abiertas que le dejaste, que no intenta colarse nuevamente en tu vida, que te libra de estar con un ebrio al que siempre tendrás que perdonar, que se ahoga en la resignación de tu despedida mientras ve cerrarse una a una las ventanas sin hacer nada, que se queda callado, que no te molestará nunca con un volvamos a empezar. Palabra de borracho.

2 de mayo de 2008

Miscelaneo

¿Cómo? ¿por que no te llame? será porque... ¡no tienes teléfono! ¿Al de tu tío? bueno, pero si vive a 30 minutos de tu casa. Cómo ibas a hacer para llegar. ¿Cuanto querías que ponga en la cabina? platudo no soy, sino porque crees que comemos en la carretilla. ¿Porque es rico? Mira niña, yo te soy sincero, hasta amor mendigo, por qué crees que me viste con Julita. Yo no miento niña, yo soy bien pobre. Por eso es que sigo a tu lado, también porque te quiero eso no lo dudes. Duda de que mañana te invite a algún lado, pero no de que te quiero. Yo soy de los buenos, de esos que dicen no se encuentra fácil, de los que si los tienes no los sueltes, pero tampoco lo tomes tan literal. Eso no quieres decir que vayas a mi trabajo. ¿Qué va a decir mi jefe? y ¡La secretaria! Más respeto con las trabajadoras de acá, no se toman, a la broma, las cosas. Aquí hay que ser serio, como es lo mío contigo. Serio, porque seamos sinceros, alegrías, pocas, pero no importa. Acá solo nos debe importar los 5. Digo, por si vienen luego tres hijos. No creas bobadas, la gente habla por envidiosa. Marquitos, el vecino, para hablando mal de maricuchita. Que para saliendo y caminando rápido de un lado pa otro. ¿Por qué será? dice. Claro, cojito es él. Viste, pura envidia. Por eso hablan, pero no te preocupes, yo te prometo tiempos mejores. Ya veras, encontraremos buenas cosas. Mejor empezamos por lo primero. Esta relación, termina aquí, niña bonita. Cuídate y ya no llames, ni esperes mi llamada ¿sí? entiende el mensaje.

1 de mayo de 2008

Carta de felicidades

Suena lejano el día que me puse a escribirte. Recuerdo que tenia 19, soñaba mucho, llevaba menos peso. Claro, como olvidar el lápiz de mordidas nerviosas, mi libro en mano y esos aires que me daba de gran escritor. Recuerdo mi nostalgia inventada. Si, esa mirada al horizonte que pintaba, mi impresionismo de chico, mi filosofía de la vida, de la mía, de la tuya. Recuerdo que te vi en el malecón, el mejor lugar para un soñador, andabas viviendo al viento, dejando cabellos sueltos. Mucha poesía, decía yo. También recuerdo la última vez que te escribí. Decía que si no te gustaba mirar la vida a mi manera. Si no me entendías a mí como un poeta, ni mi bohemia, ni ese desgano que me hacia seductor. Tendrías que irte a la misma mierda, sin vuelta previa, ni reclamos, ni permisos; porque yo era como yo, como otros que eran como yo, como grandes don nadie que eran como yo. Sí, lo sé, ahora te ríes, y me río contigo, cuando vemos esas fotos, de lánguidos personajes, cuando me veo entre humaredas, entre tragos y alpinchismos. Reclamando siempre de algo, inclusive de ti. Entiendo porque me dejaste y el porque te escribo ahora. Hoy ya con 37 encima y mucha realidad a mi alrededor, la cosas se hicieron complicadas cuando ya no había quien admire mi alucinada manera que me permitiría ser un buen escritor. Ya sé, en esta oficina hay fines de mes que permiten vivir tranquilo y a aquella mujer que me dejo un hijo y que lastimosamente no fuiste tú, me ha dicho que solo soy bueno para traer el dinero y dedicarle el tiempo a la niña de hoy. Bueno te mando muchas felicidades por esa aventura a la que vas. Suerte en tu nueva vida, con ese hombre que si te conquisto. Yo deje mucho tiempo atrás las plumas y también a ti. Ahora te veo como parte un recuerdo, donde quise encontrarme y te encontré a ti.