30 de julio de 2012

El rey de las dedicatorias

Esta es la última carta con la que te voy a incomodar, no seguiré intentando con tu teléfono, ni rondaré más por tu vecindario, siempre fue más fácil escribirte y voy a tomar esa ventaja.


Aunque sé que no tengo perdón ni justificación, he decidido que la culpa no me prohíba escribirte esta inútil despedida. Para mí siempre fue más cómodo escribirte, ¿recuerdas que te enamoré con más de cien dedicatorias?, y no faltaba alguna fecha especial donde te sorprendía con un pedazo de papel que te hacia tan feliz, tan sonriente.


Si nos hubiésemos juntado siglos atrás, donde sólo las cartas unían a la gente, hubiese sido el mejor de los amantes, el rey de las dedicatorias. Pero ya nada es así, la tecnología y las relaciones han cambiado y no basta con una rima suelta o algún piropo pretencioso para alimentar la rutina. Tú me hablabas de compromiso, proyectos y del mañana, yo me la pasaba jugando con las palabras, tentando al abismo por vivir tanto en las nubes, coleccionando muñequitos y discos rayados.


Palabras, solo eso te di y con esas me despido, yo ya no tengo excusas, los pecados son muy grandes, más grandes que las palabras, si tan sólo viviéramos en el pasado, si tan sólo bastara una dedicatoria más, quizás en una vida anterior ya me habrías perdonado.

Sin tecnología no hay paraiso


Cómo que no te interesa ir a ver libros si todo lo puedes leer por internet ¿Pero qué haces? ¿Por qué atentas así contra un libro? ¿Qué buscas con eso? cómo quieres que lea en una Tablet o celular, ¡¡no entiendo!! ¿Y mis hojitas que bailan con el viento fuerte, el olor a papel, a tinta o en el peor de los casos a fotocopia? ¿Por qué eres así de mala? ¿Qué te han hecho ellos? ¿Te olvidas de lo gratificante que es llevar tu libro en la mano, bajo el brazo o en la mochila? Te olvidaste que cuando Lima te abruma, el escape lo encuentras ahí EN EL LIBRO, que no te irrita los ojos como el monitor o esas pantallitas cada vez más dimnutas. Mala, muy mala, me has entristecido el día, ojala y se te caiga la red o en tu trabajo te pillen leyendo por la computadora.
Saludos
bah! que saludos, devuelvemos.
chao

27 de julio de 2012

La propensión al fracaso

Algo llegué a escuchar en algún momento, un eco de despedida o algún recorte de que todo termina; y entre las sombras me encuentro con un enorme punto final en las manos, ciego y cansado. Por las noches mis pecados vuelven para atormentarme y las fuerzas reclaman las ganas de no querer intentarlo, se burlan de mi propensión al fracaso. La gente habla bien para que la escuche y hablan mal para que me cuenten, luché tanto por la soledad que ahora no sé cómo llenarla; y extraño tu sombra, el reloj es un instrumento para contar tu ausencia.


Los espacios que antes frecuentaba me regalan rincones que no aprendieron a olvidar, un reflejo de tu sonrisa sigue reposando bajo el puente junto a los huérfanos proyectos que se marchan lentamente por su magnitud. Algo dejaste debajo de mi cama que se confunde con la noche y hace que todo huela a ti, algo deje escrito en una pared de tu cuarto tentando al destino y al tiempo. Pero ya nadie buscará explicar la consistencia de nuestra ecuación y ya no habrás de reprocharme nada, ni yo, ni nadie.

24 de julio de 2012

Vivir con la duda

Insertar dedicatoria


Tú lo sabes, las mujeres siempre saben. Has notado como te miro, como tambaleo cuando me coges del brazo, como tartamudeo cuando intento regalarte un piropo que nunca entrego. Tú lo sabes, de eso no hay duda, yo soy el que las tiene. Puedo pensar que lo sabes y me correspondes, o que lo sabes y te incomoda, o que lo sabes y no sabes que hacer al respecto. Puedo pensar que hay algo más detrás de tu sonrisa, o que tus ojos solo buscan amistad en mis ojos; yo puedo tejer historias detrás de tus acciones, llenar de excusas favorables o contrarias que expliquen porque me elegiste para bailar esta canción contigo, ¿es algún mensaje para mí?, ¿es algún mensaje para tu ex novio que nos mira fijamente?

Yo puedo hacer ejercicios para ganar valor, practicar frente al espejo, escoger las palabras más infalibles del castellano, exponer mis armas y quedar a merced de tu respuesta, yo puedo soltar una declaratoria irrefutable, pero en el amor no gana el que más lo intenta, tu corazón no es un premio a la persistencia. Tú debes amarme antes de que yo intente convencerte, sino jamás serás mía, quiero que te entregues sin tener que argumentarlo.

Yo puedo imaginar un final feliz, o sentir la cachetada tras robarte un beso, puedo dudar, llevo años dudando, puedo decirte, puedo escribirte, puedo preguntarte: ¿alguna vez has querido tanto a alguien que prefieres vivir con la duda a vivir sin esa persona?

17 de julio de 2012

Sobre la dependencia de los mapas.

A ella le gustaba jugar con mis muñecos después de hacer el amor. Desnuda se sentaba al filo de la cama y escogía algunos de mis juguetes que estaban esparcidos por el escritorio como cadáveres de una batalla perdida, entre mis libros, mapas, planos y fotos de mis amigos. Sabia cuales eran mis favoritos, los combinaba con los mapas que uso con mayor frecuencia e inventaba historias secretas donde nunca ganaban los buenos.

Yo necesito los mapas para estar tranquilo, me es imposible imaginar que hay detrás de las paredes o al otro lado de la calle, no puedo ubicarme geográficamente, hasta necesito llevar el plano de mi casa u oficina para no caer en una crisis nerviosa. Nunca voy a un lugar sin un mapa de mi destino, y para poder estar en casa de mis amigos estos me hacen borradores de los planos de sus hogares en papeles sin escala y sin mucha firmeza.

A ella le gustaba jugar con mis muñecos después de hacer el amor, yo dormía mientras ella construía batallas con mis mapas y superhéroes de plástico. Nunca he querido justificar mis acciones, lo que hice estuvo mal y su respuesta estuvo a la altura. Si mi infidelidad fue maquinada, (una serie de actos supuestamente bien calculados), su venganza fue mejor. Su sonrisa brillaba mejor que nunca esa noche, sus besos eran fuertes y su amor fue intenso, porque sabía que sería la última vez que se permitiría amarme. Cuando se fue apagó las luces, dejó comida en el escritorio, y se llevo todos mis mapas, hasta el plano de mi casa. Su venganza fue robarse mi mundo, encerrarme en mi cuarto sin poder saber que hay detrás de las paredes, sin el plano que me diga dónde está la puerta hacia la calle, y sin saber que calle es.

7 de julio de 2012

M

Todos tenemos el derecho de irnos a la mierda una vez en la vida. Claro que no lo sabemos, porque el día a día nos exige inventar medallas para restregárselas en la cara a los extraños, que no saben ver, que no existen. Tenemos derecho a vivir un tiempo con esa libertad que es el fracaso, sin responsabilidades, porque cuando se ha caído no puede uno hacerse cargo de nada, sin excusas, sin justificaciones, porque la derrota es derrota bajo cualquier condición, sin compañía, porque la mierda no se le antoja a nadie, quebrado, porque en cada error se gastó hasta el precio de tu sombra en verano.


Hay muchas formas de irse a la mierda, quizás tu ya estuviste, y sabes de lo que hablo, no tienes ganas de regresar. Cuando estás en ese punto en que tu ridículo mundo, triste rutina o esa serie de luces y sombras que llamas vida, parece estancarse y caer, cuando no ingresas a la universidad por quinta vez, cuando el embarazo está científicamente comprobado, cuando inflas las estadísticas del desempleo, cuando no cubres el pago mínimo de tu tarjeta, cuando la receta del doctor no la paga tu seguro, estas en la mierda, aunque para otros no sea mierda, es tú mierda y tienes derecho a estar una vez con ella, de revolcarte y, si tienes fuerza, salir. Yo no te voy a dar esperanzas.