Es de noche y voy por ahí a buscar algo que sentía perdido, que se me escapó del bolsillo al ponerme de pie muy rápido. Ingreso a un pasillo agitado, repleto de muchos que también buscan lo mismo. Te veo entre ellos y entre su insignificancia, resaltan tus ojos limpios, tu mejilla blanca y tus labios rojos. Sobresale tu pequeño ser, tus manos frías, tus lentes, tu gesto de espera, tu saludo a lo lejos, tu bufanda, tu sonrisa, la caída de tu cabello y tu nombre en mi espalda.
No sospechaba que estarías ahí, me vuelto muy vulnerable, no te calculé. Paso rápido y me refugio en cualquiera, recuerdo lo que vine a buscar, encuentro a quienes también lo han perdido, me decido a esperar. Tú estas cerca, lo suficiente como para sentirte a mi lado, entre la gente que espera, algunos de pie, algunos en el piso, otros cansados, y creo que todos muy angustiados. Ya no escucho a quienes me hablan, estoy a tu lado te escucho aunque no me digas nada, siento la brisa que sale de tu boca, el sístole y el diástole de tu corazón, el olor de tu cabellos, el suave sabor de tu cuello.
Salgo al refugio de un cigarrillo, de esos que ahora me acompañan e intentan reemplazarte en mi boca. Salgo escoltado por un buen amigo, tratando de inventar alguna charla interesante, tratando ocupar ideas en vez de tenerlas todas en ti. No sospechaba que tú también saldrías, me vuelto muy vulnerable, no te calculé. Y vuelta a fingir, que no te vi, y si lo hice, no me importó. También el que tengas compañía me da igual, que se sienten muy juntos, que le rías a el, que lo veas, que disfrute tu vista, que me ataquen los celos, que le diga a ese amigo es mejor si nos movemos.
Vuelvo, y tú también. Te vas y yo quiero ser tu sombra, tu paso errado, el polvo de tus zapatillas, el relleno en cualquier bolsillo de tu pantalón. No puedo serlo, ya es mejor así, quedarme aunque ya no sé que buscaba, quedarme y estancarme en el tiempo, en tu voltear a la esquina, en ese último perfil inevitable, en la ausencia de tu mirada, en el vacío de la mía.
Es de muy noche y estoy en mi cama, no sospechaba que estarías aquí, me vuelto muy vulnerable, no te calculé. Te veo conmigo, entre mi insignificancia, resaltan tus ojos limpios, tu mejilla blanca y tus labios rojos. Sobresale tu pequeño ser, tus manos frías, tus lentes, tu gesto de espera, tu saludo a lo lejos, tu bufanda, tu sonrisa, la caída de tu cabello y tu nombre en mi espalda.
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