Siento mucho si mi sombra te incomoda, si es que ves tu salida en mis ojeras, tu negativa en mi silueta. Disculpa el reproche de responsabilidad, de que en tu soledad confundieras a la mía, de que una vez quise poder imaginar, que me deje llevar, me envalentonó la nueva vida, diferente a la primera vez, más cambiado, más mayor, más leído, pero igual de ingenuo. Perdona mi tropezón de soñador, sé que no lo buscaste, que quizás tú también te confundiste, no creo seas tan canalla. La culpa es de ninguno, quizás de Bryce que me hizo andar enamorado, disfrazando a Lima en París, buscando a mi Sophie, por la facultad, por el cine, por cualquier bar.
Absolvamos ambas partes, ni inocente ni culpable, ni víctima ni victimario, ya nos estamos acostumbrando, no es la primera vez. Sólo queda agradecer que sea ahora y no después. Lamentar que no se aclaro todo en un principio, dar mal paso a la desconfianza, a dudar de cualquier guiño comprometedor, mejor sería si es que no se les ve. Ni regresar a los recuerdos, ni revisar fotos, menos releer lo que se decía ayer, lo quizás nunca se debió decir.
Dame tiempo y quizás no te incomode, préstame fines de semana, lléname de trabajos, dame libros que devorar, historias alegres donde si hay finales felices. Quién sabe, cuando nos veamos quizás ya todo esto haya pasado, aunque de momento, mejor no arriesgamos.
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