30 de agosto de 2008

Caos

Siempre sentí una necesidad innata de generar caos, desde pequeño, soñaba con que una de las latas que aventaba al asfalto rebotase en el cuerpo de alguna señora que volvía del mercado. En las formaciones del colegio empujaba a los de adelante sin razón alguna, solo por romper la linealidad que en ese cuarto de hora nos imponían. Quizás sea esta la causa de mi mala conducta en toda la vida escolar, el deseo de romper el silencio en clase, las ganas de interrumpir al profesor, de responder en ingles a las preguntas de matemáticas, hallar el predicado en la hora del recreo, y quedarme en dirección cuando me esperaba el almuerzo en casa.

No creo que sea sicológico, es más como una manía que se oculta cuando conviene y se deja libre cuando nadie nos esta viendo. He pasado por entrevistas de trabajo, terapias rutinarias y aburridas, nunca me decía algo interesante la doctora a la hora de alcanzarme el recibo. En la pubertad y en la universidad me civilice un poco, tenia otras formas de sembrar el caos, me excusaba en la política y el arte, las posibilidades que se me presentaron en estas dos áreas me mantuvieron entretenido por un buen tiempo. También recuerdo haberle ofrecido siempre la mejilla a esa boca de mujer sedienta de mis labios, recuerdo los deseos que tenia de gritar en plena clase, salir y tirar la puerta con la fuerza necesaria para mover las hojas de sus cuadriculados y ordenados cuadernos. Fumaba en lugares públicos, oriné en las aceras, pateaba a la derecha cuando debía ser a la izquierda, me daba por regresar en medio de la procesión.

Ahora debería estar saliendo del ascensor en el piso 3, me bajó en el 7. Debería ir para la escalera de emergencia y volver a mi caótico cuarto, tocó la puerta del 712. Lo mejor habría sido saludarlo y excusarme con algún pretexto, el pretexto se lo di pero para que me dejara pasar a su sala. Hubiera tomado su ofrecimiento de asiento y no estar llevándome la mano a la cintura. Ni pensé en hacerle caso cuando me rogó que bajara el arma, debería de haber quitado mis huellas antes de salir del apartamento.

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