A mí nunca me gustaron los gatos, tuve algunos perros en mi vida anterior, pero a los gatos ni mirarlos. Es quizás por eso que se me hizo paradójico, en primer lugar, haber reencarnado en uno, quizás sea un castigo. Aunque tiene sus ventajas ser un gato, mi agilidad y mi destreza me permiten ingeniármelas mejor en la búsqueda de alimento, de humano vivía de noche así que la nocturnidad no me es novedad. He tenido algunos dueños, algunos nombres, pero los abandone apenas me sentía aburrido. Por qué limitarme a conocer un solo tipo de persona si puedo conocer a otros. Esto es lo más divertido, las personas notan mi presencia pero no se cohíben, yo los miro fijamente, con la mirada fuerte de antes y ellos no se intimidan, son sinceros, son reales, muestran su fealdad y sus verdaderos instintos ante mí, sienten que nadie los esta viendo.
Me he resignado a ser un gato, me las ingenio para comer, molestar perros, matar canarios. He sabido huir de quienes como yo no gustan de los gatos, prefiero usar las casas de alguno sujetos a cambio de hacerles creer que tienen derechos de propiedad sobre mi.
Si antes no tenía suerte con el sexo opuesto, de gato sufrí el mismo destino, comprendí que el problema era yo, y no ellas como antes me decían, me di cuenta que ni aun con la fuerza del instinto de mi lado podría tener éxito en el ritual de la conquista.
Ahora vago sin rumbo, sin gata y sin dueño, me acerco a la ventana de un amor de juventud, ella que me fue antes negada, ella a la que siempre le gustaron los gatos. La veo marchita con una fotografía de su hija en París, sola con sus memorias de tiempos mejores, entro haciendo solo el ruido necesario, me poso en su regazo, ella no me reconoce, me acaricia el cuello y yo decido envejecer ahí.
1 comentario:
solo te dire que tengo 7 gatos en mi kasa y algunos mas en camino.
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