6 de agosto de 2008

Manuscrito para muchos, muchos años adelante.

Yo te imagino con un cigarrillo en tu mano blanca, exhalando el humo de tu boca suave, invitándome a pasear por el centro de tu cabello ondulado, compartiendo conmigo un cenicero, un atardecer desde el sofá de nuestra sala con vista al patio. Yo te imagino muy culta, inteligente, con más lecturas que yo (el trabajo no me dejaba tiempo, me tenía esclavizado reprochabas). Te imagino de personalidad fuerte, de tomar acciones sin consultar, con algunas arrugas que te den seriedad, con declarada independencia de mí.

Imagino a tus amigos de la universidad viniendo a tomar té con nosotros, tú siempre odiaste mi café así que no me quedaba de otra. Les regalabas charlas amenas y conjeturabas predicados, volvías la cabeza para decirme “¿así era no, amor?”, no porque necesitaras mi aprobación, sino porque tratabas de hacerme parte de ese mundo tan tuyo, ese universo de citas que supuestamente yo también debía de conocer, pero que sinceramente no recordaba.

Veo en nuestra mesa de centro un solo cenicero para los dos, un portarretrato vacío sin la foto de la boda que nunca tuvimos, y el retrato de nuestra hija, con la misma nariz que tú, con tu mismo cabello, en una pose muy similar a una foto de mi mamá. Ahora te imagino recostada en mi pecho, leyendo algo de Freud para poder criar mejor a Jimena, pobre de ella que le toco tener unos padres tan heterodoxos, supuestamente liberales, inocentes de la tarea que les es y será cuidarla. Te siento ya con tus dedos en mi pecho, como señalando una medallita con el dedo sin anillo, con ese cabello alborotado que aún no puedes dominar, con tus sandalias planas junto a mis zapatos, con mi saco y corbata entre tu lino blanco, observo el contraste y sonrío tímidamente, me guiñas un ojo y descubro que tú también te has percatado.

Ayer me hablabas del Surrealismo, y yo defendía a los ultraístas, tú ponías un disco de baladas que grabaste de joven y yo señalaba la dosis de ternura que había en tus quiebres de voz. Has fumado mucho mientras estuve en la oficina, pasas tus dedos blancos y finos por mi nariz, me cuenteas la última ocurrencia de Jimena. Salimos al patio, nos bañamos de Luna, ríes como siempre desde hace 20 años, y yo sigo sintiendo lo mismo que hace 20 años. Paso mi diestra por tu mejilla, por tus orejas, por tu cabello largo y por la cicatriz de tu cuello, dejo ahí un dedo, tierno y sin anillo.

Nos veo planeando vacaciones de playa, de arena blanca. Nos veo de nuevo en el sofá, con un libro diferente, con Borges para llamar mi atención, con el manuscrito del poema que alguna vez te escribí, hace ya muchos, muchos años atrás.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

YO TAMBIEN QUIERO UNA VIDA IGUALITA
LLENA DE AMOR.
CON EL TIEMPO TALVEZ.

PD. QUIEN SERA LA MUJER DE TU VIDA?
O TU MUSA?(FELICIDADES)

Giank dijo...

Por ahi andan sueltas las pistas, las señas, las manias... aunque prefiero mantener la duda y el misterio