Siempre sentí una necesidad innata de generar caos, desde pequeño, soñaba con que una de las latas que aventaba al asfalto rebotase en el cuerpo de alguna señora que volvía del mercado. En las formaciones del colegio empujaba a los de adelante sin razón alguna, solo por romper la linealidad que en ese cuarto de hora nos imponían. Quizás sea esta la causa de mi mala conducta en toda la vida escolar, el deseo de romper el silencio en clase, las ganas de interrumpir al profesor, de responder en ingles a las preguntas de matemáticas, hallar el predicado en la hora del recreo, y quedarme en dirección cuando me esperaba el almuerzo en casa.
No creo que sea sicológico, es más como una manía que se oculta cuando conviene y se deja libre cuando nadie nos esta viendo. He pasado por entrevistas de trabajo, terapias rutinarias y aburridas, nunca me decía algo interesante la doctora a la hora de alcanzarme el recibo. En la pubertad y en la universidad me civilice un poco, tenia otras formas de sembrar el caos, me excusaba en la política y el arte, las posibilidades que se me presentaron en estas dos áreas me mantuvieron entretenido por un buen tiempo. También recuerdo haberle ofrecido siempre la mejilla a esa boca de mujer sedienta de mis labios, recuerdo los deseos que tenia de gritar en plena clase, salir y tirar la puerta con la fuerza necesaria para mover las hojas de sus cuadriculados y ordenados cuadernos. Fumaba en lugares públicos, oriné en las aceras, pateaba a la derecha cuando debía ser a la izquierda, me daba por regresar en medio de la procesión.
Ahora debería estar saliendo del ascensor en el piso 3, me bajó en el 7. Debería ir para la escalera de emergencia y volver a mi caótico cuarto, tocó la puerta del 712. Lo mejor habría sido saludarlo y excusarme con algún pretexto, el pretexto se lo di pero para que me dejara pasar a su sala. Hubiera tomado su ofrecimiento de asiento y no estar llevándome la mano a la cintura. Ni pensé en hacerle caso cuando me rogó que bajara el arma, debería de haber quitado mis huellas antes de salir del apartamento.
30 de agosto de 2008
25 de agosto de 2008
Tengo un blog
Yo tengo un blog, bueno siempre lo tuve, para ir al cole, me compraban blogs hasta que me dieran la lista de útiles, ahora claro esos blogs solo los rellenaba con escritos escolares, alguno que otro dibujo que intentaba aprender en esos tiempos y michis con los que remataba tiempos muertos. Yo tuve un blog ya a los catorce cuando recién intentaba ser escribidor y apenas si me animaba de pasar en la lectura de "Mi planta de naranja y Lima" a "Tantas veces Pedro" y en ese blog puse mis primeros mamarrachos que no distan mucho de los actuales, había una frase que decía así "Acá Falta Algo" era el título de un futuro libro de cuentos que aún no termino, pero antes de empezar ya había titulado y dedicado, claro que luego cambiaron muchas cosas, se agregaron alguno cuentos, unos que convencen otros que no, pero que forman parte de esa sensación. Yo recuerdo ahora que usaba un lápiz, esas hojas del blog y un borrador y con eso era feliz, andaba por todos lados queriendo escribir sobre todo, y como ahora en mi compañero los temas más frecuentes eran del mal amor, y claro yo no me quiero jactar y menos a tus espaldas, pero ahora cuestan más por andar al otro lado de la acera, pero ese era mi blog; nadie lo entendía, ni yo, porque estaba lleno de borrones, frases que iba cambiando o que escribía en situaciones no muy cómodas, tenia un cuento sobre el colegio, otro sobre un robo, uno lleno de redundancias, ese era mi blog. Luego me perdí entre estudios y promesas de futuros mejores, que lastimosamente no iban junto al hecho de vivir como escritor. Hasta el día en que giank me invito a escribir en algo que el llamaba blog, claro yo saque punta a mi lápiz, me compre un nuevo borrador y busque esas hojas que formarían mi nuevo blog, ninguno fue invitado, todo ellos se quedaron al costado y ahora tengo un teclado y una pantalla, la melodía de una canción y un botoncito con una flecha en reversa que suplanto a mi nuevo borrador. Me estoy acostumbrando, solo que no puedo llevar al malecón mi computadora y una personal es muy llamativa para los amigos de lo ajeno, sigo extrañando mis cuentos en donde no entendía lo que escribía, a mi borrador que sigue nuevo, pero ahora vuelvo a tener un blog, lo comparto con un amigo, me dicen que ya un año andamos escribiendo y yo, bueno sigo buscando mentiras que contarles, cuidense ahi nos leemos.
Pedazo de Lima
Lima grease, hoy te pusiste de neblina y ocultaste te desfachates, tu desnudes, esa suciedad maldita que tanto te contamina; lloraste en un silencio continuo y en tu busqueda de no lastimar a nadie soltaste lagrimas pequeñitas, que son caricias para quienes te desgraciamos, aún asi nos amas y nos da el reflejo de la calle garuada como espejo de la ciudad maldita, para que veamos nuestra realidad, el color con el que lo pintamos, la sangre que derrama la desgracia de diferentes infortunios, el sudor del quien trabaja en la mañana, la fatiga del mal día, del maldito dicho, "maldito Lima". Hace ya algún tiempo que te quiero a mi manera, pero te quiero, tú y tus costumbres que nos enseña las matices de nuestra realidad, el amor de la vida y la ignorancia de ella, tienes los contrastes inconvenientes, pero que nos permiten a unos seguir dando caminos entre la bolutas de frío que mostramos al incauto viajero que a penas si mira la ciudad. Lima aqui estamos y aqui estaremos, asi que tal si te invito un trago en algun Queirolo o para no ir muy lejos nos vamos al Carpe Diem y luego a la casa de un amigo para brindar hasta el amanecer. Salud!! que frío carajo.
23 de agosto de 2008
El Aniversario de la Mentira
Da la vuelta en la esquina y el calendario nos vuelve a situar en el mismo día, el mismo mes pero un año después. Cuando por sobre el hombro la mirada nos muestra el plan piloto de lo que ahora es, y la presentación, ya falsa, recalca lo que no se hizo y sobresale lo que ya nos sobra. Es que si bien el blog buscaba ser un cajón de sastre, hace un año no escribía tanto, y escribía peor. Hace un año se planteaba hablar de música, de arte, de cine, de filosofía, de religión. Ya sobre la marcha ganó el animo de crear y mostrar las creaciones, de copiar ideas, de citar frases, ganó de lejos el mal amor y se le escribió mucho, ya que uno es experto en estos trotes, pero tampoco hay que presumir.
Esta boca sigue siendo mía y ahí van cien mentiras que son ochenta y pico, entre las suyas y las mías. Van 2500 visitas, que la mitad serán los de siempre, los que vienen a perder su tiempo leyendo lo que Jano y yo hacemos cuando perdemos el nuestro. Muchas gracias a Luis, a Andre, a Anthony, a Vero, a Cynthia, a Martín, a los anónimos y también a los que leen y no comentan, a los que quizás se les queda la opinión en la punta de la lengua o en la yema de los dedos, ojala para el año que viene puedan teclear sus impresiones, desde ya se les asegura estarán bien recibidas.
La emoción embarga cuando se relee un post de hace meses y se siente lo mismo, cuando te recalcan lo que escribes, cuando califican a Poesía como lo mejor que escribí en el 2007. Se reviven malos entendidos y es que no todo lo que se escribe en primera persona paso de verdad, sino simplemente recuerden el nombre del blog. Por ahí va el relato en corto de un año completo, con sus altibajos, depresiones, locuras de amor, silencios cómplices, dolores y sueños, mezcla de Sabina y Ribeyro, algo del interior propio, sacado a la luz en dos o tres estrofas.
Claro que ahora vuelvo a servirme de mi editor para robarle una frase y decir que “Aquí falta algo”, faltaron dedicatorias con nombres propios a los compañeros de parranda, a los saltimbanquis que me hacían compañía, a la musa lejana y a esa muchacha que me dijo que no (aunque podría usar el plural, pero como decía antes, tampoco hay que presumir).Falta ternura y verdadero amor para mi familia, falta metafísica Borgesiana, sobra la sombra de Ribeyro y la resaca de Sabina. Se promete seguir fiel al estilo, intentar escribir algo más que de besos no dados y ausencias constantes, intentar ir más allá de las salidas sabatinas y del alcohol y del tabaco. No se si pueda lograrlo, creo que solo se pueden prometer más mentiras.
Esta boca sigue siendo mía y ahí van cien mentiras que son ochenta y pico, entre las suyas y las mías. Van 2500 visitas, que la mitad serán los de siempre, los que vienen a perder su tiempo leyendo lo que Jano y yo hacemos cuando perdemos el nuestro. Muchas gracias a Luis, a Andre, a Anthony, a Vero, a Cynthia, a Martín, a los anónimos y también a los que leen y no comentan, a los que quizás se les queda la opinión en la punta de la lengua o en la yema de los dedos, ojala para el año que viene puedan teclear sus impresiones, desde ya se les asegura estarán bien recibidas.
La emoción embarga cuando se relee un post de hace meses y se siente lo mismo, cuando te recalcan lo que escribes, cuando califican a Poesía como lo mejor que escribí en el 2007. Se reviven malos entendidos y es que no todo lo que se escribe en primera persona paso de verdad, sino simplemente recuerden el nombre del blog. Por ahí va el relato en corto de un año completo, con sus altibajos, depresiones, locuras de amor, silencios cómplices, dolores y sueños, mezcla de Sabina y Ribeyro, algo del interior propio, sacado a la luz en dos o tres estrofas.
Claro que ahora vuelvo a servirme de mi editor para robarle una frase y decir que “Aquí falta algo”, faltaron dedicatorias con nombres propios a los compañeros de parranda, a los saltimbanquis que me hacían compañía, a la musa lejana y a esa muchacha que me dijo que no (aunque podría usar el plural, pero como decía antes, tampoco hay que presumir).Falta ternura y verdadero amor para mi familia, falta metafísica Borgesiana, sobra la sombra de Ribeyro y la resaca de Sabina. Se promete seguir fiel al estilo, intentar escribir algo más que de besos no dados y ausencias constantes, intentar ir más allá de las salidas sabatinas y del alcohol y del tabaco. No se si pueda lograrlo, creo que solo se pueden prometer más mentiras.
21 de agosto de 2008
Como en un cuento
Ella iba a mi lado, en lo estrecho de un asiento de ómnibus. Iba tamborileando un ritmo de moda, alisándose el cabello, largo y castaño, de perfil a mi vida, con el aire que tienen las mujeres de mis cuentos. Yo por mi parte iba cansado, para variar el insomnio me había dejado 2 o 3 horas de sueño que trataba de compensar con la ventana de almohada y con el asiento por colchón.
Siempre me pareció curioso esto de los viajes en ómnibus, yo tan tímido y retraído podía estar junto a la mujer de mis sueños, igualita a la de mis cuentos, por el simple azar de coincidir en un paradero. Ella iba tamborileando los dedos con el ritmo que nos imponía el ómnibus, yo me quebraba en las ganas de entablarle una conversación, de sacar a relucir el dote seductor que tenia mi alter ego literario y conseguir un teléfono o por lo menos una dirección de correo.
El sueño me ganaba, la timidez crónica, y la poca costumbre me contenían a iniciar alguna especia de cortejo, soltar un “¿no te conozco de otro lado?”, “¿viajas siempre en este carro?”, “que maldito es este tráfico”, o por lo menos “¿sabes que hora es?”. Me perdía nuevamente en su cabello castaño, en el único ojo que veía, en la silueta de su nariz, la tirita del polo que se le caía y las delgadas manos que se la volvían a acomodar.
Ya derrotado como siempre decidí meter mis narices en algún libro y vivir a través de un personaje más atrevido lo que yo, en presente perfecto, no podía lograr. Ella preguntó si era interesante lo que leía, yo le dije que sí, que Cortazar lo era. Me preguntó si viaja siempre en ese carro, que nunca me había visto, yo le conté que era mi primera vez y que si ella me lo pedía podríamos tomarlo juntos todos los días. Yo la había hecho reír no se con que anécdota exagerada de mi vida, ella me regalaba su sonrisa hermosa, de dientes blancos y mejillas hundidas, me dejó jugar un rato con su cabello, me arregló bien la camisa.
Me contó de ella, de su mamá y de sus hermanos, estudiaba ingles, quería ser Psicóloga, yo le dije mis intenciones literarias, que estudiaba economía para quedar bien con la familia, que tenia un perro, un trabajo aburrido y muchas ganas de saber su teléfono. Seguimos hablando entre ruidos de claxon e injurias contra el alza de los pasajes, hubo un golpe fuerte delante del ómnibus, me desperté al instante, viajaba solo y hace muchos paraderos que debía de haberme bajado.
Siempre me pareció curioso esto de los viajes en ómnibus, yo tan tímido y retraído podía estar junto a la mujer de mis sueños, igualita a la de mis cuentos, por el simple azar de coincidir en un paradero. Ella iba tamborileando los dedos con el ritmo que nos imponía el ómnibus, yo me quebraba en las ganas de entablarle una conversación, de sacar a relucir el dote seductor que tenia mi alter ego literario y conseguir un teléfono o por lo menos una dirección de correo.
El sueño me ganaba, la timidez crónica, y la poca costumbre me contenían a iniciar alguna especia de cortejo, soltar un “¿no te conozco de otro lado?”, “¿viajas siempre en este carro?”, “que maldito es este tráfico”, o por lo menos “¿sabes que hora es?”. Me perdía nuevamente en su cabello castaño, en el único ojo que veía, en la silueta de su nariz, la tirita del polo que se le caía y las delgadas manos que se la volvían a acomodar.
Ya derrotado como siempre decidí meter mis narices en algún libro y vivir a través de un personaje más atrevido lo que yo, en presente perfecto, no podía lograr. Ella preguntó si era interesante lo que leía, yo le dije que sí, que Cortazar lo era. Me preguntó si viaja siempre en ese carro, que nunca me había visto, yo le conté que era mi primera vez y que si ella me lo pedía podríamos tomarlo juntos todos los días. Yo la había hecho reír no se con que anécdota exagerada de mi vida, ella me regalaba su sonrisa hermosa, de dientes blancos y mejillas hundidas, me dejó jugar un rato con su cabello, me arregló bien la camisa.
Me contó de ella, de su mamá y de sus hermanos, estudiaba ingles, quería ser Psicóloga, yo le dije mis intenciones literarias, que estudiaba economía para quedar bien con la familia, que tenia un perro, un trabajo aburrido y muchas ganas de saber su teléfono. Seguimos hablando entre ruidos de claxon e injurias contra el alza de los pasajes, hubo un golpe fuerte delante del ómnibus, me desperté al instante, viajaba solo y hace muchos paraderos que debía de haberme bajado.
19 de agosto de 2008
Calentamiento Global
Este Julio que pasó debe de haber sido el más frío de todos, el clima está cambiando. Lo mismo me habías dicho el Julio pasado cuando en Buenos Aires nevó luego de 89 años. “El clima está cambiando”, sentenciaste terminando de hacerle el nudo a tu bufanda y reprochándome lo delgada de la casaca. “El clima está cambiando”, decía un sujeto en el documental que vimos esa noche, que el frío seria más intenso, pero yo no sentía nada, yo tenía un par de mejillas calientes y rojas, tu breve cintura en mi mano derecha, tus brazos de chalina, muchos besos y algunos libros. Ahora que si los demás sentían más frío, no estoy seguro, para mi la temperatura del ambiente era otra, quizás el invierno de Julio pasado no fue tan gris contigo, ni tan invierno a tus espaldas, pude haber creído que mientras en Buenos Aires nevaba, aquí tenia yo calefacción en cada esquina, en el umbral de tu puerta, en la pateadera de tu cama.
“El clima está cambiado”, dice el anuncio de la PUCP contra la contaminación, busco casacas gruesas en los almacenes de siempre, chompas de lana, camisas manga larga. Si las vieras no me reprocharías nada, me preparó para el frío. Ahora ni la bufanda marrón me salva del aire malicioso en la esquina, regresé a casa estornudando, con el cabello mojado por la lluvia. No había refugio, todo estaba helado, ni siquiera tu foto guardaba un poquito de calor. Este Julio que pasó anduve con las manos en los bolsillos, sin rodear tu cintura, sin tus mejillas rojas, sin tus brazos y sin tus besos, sentí mucho frío, el clima debe de estar cambiando.
“El clima está cambiado”, dice el anuncio de la PUCP contra la contaminación, busco casacas gruesas en los almacenes de siempre, chompas de lana, camisas manga larga. Si las vieras no me reprocharías nada, me preparó para el frío. Ahora ni la bufanda marrón me salva del aire malicioso en la esquina, regresé a casa estornudando, con el cabello mojado por la lluvia. No había refugio, todo estaba helado, ni siquiera tu foto guardaba un poquito de calor. Este Julio que pasó anduve con las manos en los bolsillos, sin rodear tu cintura, sin tus mejillas rojas, sin tus brazos y sin tus besos, sentí mucho frío, el clima debe de estar cambiando.
17 de agosto de 2008
Maldita vida de perro
Recuerdo que una vez me pregunte, entre todos los animales por qué tenía que ser perro, es que no me gusta la nota de andar tras los pies de un humano, rogándole calor, amor y comida, eso de que la cola se me mueva cuando lo veo, como que medio gay ¿ no? y para colmo hasta lloro cuando se van, no fatal. Tampoco sé, por qué me quieren enseñar cosas que hacen los humanos, osea, total, soy un perro o un humano; por qué debo de andar dando la pata, me explico...yo no saludo así, peor, tengo que hacer el muertito, porque no se mueren ustedes a ver y así dejan de joder.
No hay como mi compañero de juegos, que se echa en lo mas alto del sillon como si abajo hubiera una multitud de súbditos admirándolo, llora solo cuando quiere comer y si no hay, se mete a la cocina, salta a la olla y termina comiéndose algo, o si no come animalitos voladores o roedores que también entran al menú. A mi por ejemplo me tiene que bañar, dicen que ando cochino, me llevan a la veterinaria o termino en un balde junto a una manguera, pero a mi compañero nada, el se baña solo, y si lo bañan, cuidado que te araña, se molesta, se enferma, porque no esta acostumbrado, a él no le enseñan que se porte como humano, aceptan que él no va a aprender así que lo dejan tranquilo y se conforman con lo que el les da, un ronroneo en donde te acaricia, un espectáculo donde él juega con una bolita, y si él quiere les da amor y calor; en cambio a mi si no aprendo me dicen bruto, y si juego con algo que no sean mis juguete dicen que lo voy a romper, osea para que están los zapatos si no son para morderlos, a mi me regañan o me pegan y yo como mongo me quedo escuchándolo con la cabeza baja, en cambio mi compañero, se va cuando escucha el primer grito y vuelve cuando le da le regalada gana, se va por los techo a no sé donde, viene con heridas de aventuras felinas, me cuenta de sus amores que deja por las casas vecinas, y yo en cambio ya me cansé de tirarme a la pierna de todos, sigo puro y no encuentro perrita caliente que me quiera ciegamente, porque a los muy desalmados se les ocurrió que puedo vivir así, no quieren más perros dicen, a ver si ellos se vuelven numerarios y se olvidan del sexo. Otra de las cosas es que no puedo hacer mis necesidades en cualquier lado, claro si fuera libre sería normal, porque cualquier lugar sería permitido, pero como me tiene en un departamento o una casita, todo suelo esta prohibido y a periodicaso limpio me tiene hasta que aprenda que ese rincón es para mis cositas, así como ellos tiene un rincón que se llama baño, claro que los muy malditos no me ponen ninguna cortinita para tener más privacidad, mi compadre no, el no sé como, pero aprende tan rápido a hacerlo en la tierrita como yo, a esconder cosas bajo la tierra, pero claro lo que el esconde está bien, pero lo que yo escondo esta mal, me regañan porque metí ahí la media del señor, o la sandalia de la señorita, o el control remoto, dejenme ser pues. Ahora, si yo aprendo y doy la pata y me hago el muertito y blablabla soy un perro como todos, pero si mi felino amigo aprende por casualidad a dar la pata a sentarse o cualquiera de esas cosas, es un animal extraordinario y un espectáculo sin igual, a pesar de que a mí me metieron a una escuela a aprender hacer esas cosas, lo mío es parte de lo normal, y claro luego dicen que el perro es el inteligente, cuando el gato hace lo que quiere, cuando quiere y como quiere y todos le aplauden con emoción y si no le da igual, él es feliz, yo en cambio hago lo que quieren, como quieren y cuando quieren para que me aplaudan con emoción, si claro, se nota que somos los inteligentes ¡¡¡guau guau!!.
No hay como mi compañero de juegos, que se echa en lo mas alto del sillon como si abajo hubiera una multitud de súbditos admirándolo, llora solo cuando quiere comer y si no hay, se mete a la cocina, salta a la olla y termina comiéndose algo, o si no come animalitos voladores o roedores que también entran al menú. A mi por ejemplo me tiene que bañar, dicen que ando cochino, me llevan a la veterinaria o termino en un balde junto a una manguera, pero a mi compañero nada, el se baña solo, y si lo bañan, cuidado que te araña, se molesta, se enferma, porque no esta acostumbrado, a él no le enseñan que se porte como humano, aceptan que él no va a aprender así que lo dejan tranquilo y se conforman con lo que el les da, un ronroneo en donde te acaricia, un espectáculo donde él juega con una bolita, y si él quiere les da amor y calor; en cambio a mi si no aprendo me dicen bruto, y si juego con algo que no sean mis juguete dicen que lo voy a romper, osea para que están los zapatos si no son para morderlos, a mi me regañan o me pegan y yo como mongo me quedo escuchándolo con la cabeza baja, en cambio mi compañero, se va cuando escucha el primer grito y vuelve cuando le da le regalada gana, se va por los techo a no sé donde, viene con heridas de aventuras felinas, me cuenta de sus amores que deja por las casas vecinas, y yo en cambio ya me cansé de tirarme a la pierna de todos, sigo puro y no encuentro perrita caliente que me quiera ciegamente, porque a los muy desalmados se les ocurrió que puedo vivir así, no quieren más perros dicen, a ver si ellos se vuelven numerarios y se olvidan del sexo. Otra de las cosas es que no puedo hacer mis necesidades en cualquier lado, claro si fuera libre sería normal, porque cualquier lugar sería permitido, pero como me tiene en un departamento o una casita, todo suelo esta prohibido y a periodicaso limpio me tiene hasta que aprenda que ese rincón es para mis cositas, así como ellos tiene un rincón que se llama baño, claro que los muy malditos no me ponen ninguna cortinita para tener más privacidad, mi compadre no, el no sé como, pero aprende tan rápido a hacerlo en la tierrita como yo, a esconder cosas bajo la tierra, pero claro lo que el esconde está bien, pero lo que yo escondo esta mal, me regañan porque metí ahí la media del señor, o la sandalia de la señorita, o el control remoto, dejenme ser pues. Ahora, si yo aprendo y doy la pata y me hago el muertito y blablabla soy un perro como todos, pero si mi felino amigo aprende por casualidad a dar la pata a sentarse o cualquiera de esas cosas, es un animal extraordinario y un espectáculo sin igual, a pesar de que a mí me metieron a una escuela a aprender hacer esas cosas, lo mío es parte de lo normal, y claro luego dicen que el perro es el inteligente, cuando el gato hace lo que quiere, cuando quiere y como quiere y todos le aplauden con emoción y si no le da igual, él es feliz, yo en cambio hago lo que quieren, como quieren y cuando quieren para que me aplaudan con emoción, si claro, se nota que somos los inteligentes ¡¡¡guau guau!!.
16 de agosto de 2008
Breve reflexión sobre Astrología
Me autodefiní como obsesivo, la experiencia personal y la frustrada aplicación de psicología barata me hicieron llegar a esa conclusión. Alguna vez me obsesione con la animación japonesa, alguna otra con la “Salsa Dura”, las religiones, la filosofía oriental, y hasta ahora me dura la obsesión por Sabina, la Literatura y compartir un Blog.
Aunque una obsesión lleva a otra, y las veo convertirse en sus sucesoras, hay una que me fue impuesta, heredada en la esperanza de la familia y que creo aun no ha pasado de ser obsesión y que podría desencadenar en situaciones más patológicas si es que no se le impone control alguno, es lo que he venido a llamar la obsesión por el futuro, por mi futuro.
En 1ro de Primaria, tratar de ser el mejor para llegar a una buena escuela Secundaria. En 3ro de Secundaria, preocupado por qué carrera estudiar y más importante, como ingresar a esa universidad. Ya en San Marcos, tantear donde ejercer esa profesión medio impuesta, que aun no convence, pero ya está buscando donde practicar.
Así, ahora le reprocho mucho a la burremia, perdón quise escribir bohemia. Quizás si me hubiese obsesionado por lo menos 6 meses con la Economía ahora estaría más tranquilo. Si hubiese comprado por lo menos un libro de Macro, de Finanzas, aunque sea una revista de vez en cuando. Todavía queda un año y medio, 3 ciclos, 6 electivos. Hay, hermanos, muchísimo por hacer, y espero terminar esta etapa de paranoia por el “qué vendrá”. No quisiera recorrer a pitonisas, ni al consuelo de la astrología para saber lo que me espera, espero estar preocupado por ascender mas que por simplemente trabajar, espero que ya no me desvele tanto la fotografía velada de un futuro.
Aunque una obsesión lleva a otra, y las veo convertirse en sus sucesoras, hay una que me fue impuesta, heredada en la esperanza de la familia y que creo aun no ha pasado de ser obsesión y que podría desencadenar en situaciones más patológicas si es que no se le impone control alguno, es lo que he venido a llamar la obsesión por el futuro, por mi futuro.
En 1ro de Primaria, tratar de ser el mejor para llegar a una buena escuela Secundaria. En 3ro de Secundaria, preocupado por qué carrera estudiar y más importante, como ingresar a esa universidad. Ya en San Marcos, tantear donde ejercer esa profesión medio impuesta, que aun no convence, pero ya está buscando donde practicar.
Así, ahora le reprocho mucho a la burremia, perdón quise escribir bohemia. Quizás si me hubiese obsesionado por lo menos 6 meses con la Economía ahora estaría más tranquilo. Si hubiese comprado por lo menos un libro de Macro, de Finanzas, aunque sea una revista de vez en cuando. Todavía queda un año y medio, 3 ciclos, 6 electivos. Hay, hermanos, muchísimo por hacer, y espero terminar esta etapa de paranoia por el “qué vendrá”. No quisiera recorrer a pitonisas, ni al consuelo de la astrología para saber lo que me espera, espero estar preocupado por ascender mas que por simplemente trabajar, espero que ya no me desvele tanto la fotografía velada de un futuro.
6 de agosto de 2008
Manuscrito para muchos, muchos años adelante.
Yo te imagino con un cigarrillo en tu mano blanca, exhalando el humo de tu boca suave, invitándome a pasear por el centro de tu cabello ondulado, compartiendo conmigo un cenicero, un atardecer desde el sofá de nuestra sala con vista al patio. Yo te imagino muy culta, inteligente, con más lecturas que yo (el trabajo no me dejaba tiempo, me tenía esclavizado reprochabas). Te imagino de personalidad fuerte, de tomar acciones sin consultar, con algunas arrugas que te den seriedad, con declarada independencia de mí.
Imagino a tus amigos de la universidad viniendo a tomar té con nosotros, tú siempre odiaste mi café así que no me quedaba de otra. Les regalabas charlas amenas y conjeturabas predicados, volvías la cabeza para decirme “¿así era no, amor?”, no porque necesitaras mi aprobación, sino porque tratabas de hacerme parte de ese mundo tan tuyo, ese universo de citas que supuestamente yo también debía de conocer, pero que sinceramente no recordaba.
Veo en nuestra mesa de centro un solo cenicero para los dos, un portarretrato vacío sin la foto de la boda que nunca tuvimos, y el retrato de nuestra hija, con la misma nariz que tú, con tu mismo cabello, en una pose muy similar a una foto de mi mamá. Ahora te imagino recostada en mi pecho, leyendo algo de Freud para poder criar mejor a Jimena, pobre de ella que le toco tener unos padres tan heterodoxos, supuestamente liberales, inocentes de la tarea que les es y será cuidarla. Te siento ya con tus dedos en mi pecho, como señalando una medallita con el dedo sin anillo, con ese cabello alborotado que aún no puedes dominar, con tus sandalias planas junto a mis zapatos, con mi saco y corbata entre tu lino blanco, observo el contraste y sonrío tímidamente, me guiñas un ojo y descubro que tú también te has percatado.
Ayer me hablabas del Surrealismo, y yo defendía a los ultraístas, tú ponías un disco de baladas que grabaste de joven y yo señalaba la dosis de ternura que había en tus quiebres de voz. Has fumado mucho mientras estuve en la oficina, pasas tus dedos blancos y finos por mi nariz, me cuenteas la última ocurrencia de Jimena. Salimos al patio, nos bañamos de Luna, ríes como siempre desde hace 20 años, y yo sigo sintiendo lo mismo que hace 20 años. Paso mi diestra por tu mejilla, por tus orejas, por tu cabello largo y por la cicatriz de tu cuello, dejo ahí un dedo, tierno y sin anillo.
Nos veo planeando vacaciones de playa, de arena blanca. Nos veo de nuevo en el sofá, con un libro diferente, con Borges para llamar mi atención, con el manuscrito del poema que alguna vez te escribí, hace ya muchos, muchos años atrás.
Imagino a tus amigos de la universidad viniendo a tomar té con nosotros, tú siempre odiaste mi café así que no me quedaba de otra. Les regalabas charlas amenas y conjeturabas predicados, volvías la cabeza para decirme “¿así era no, amor?”, no porque necesitaras mi aprobación, sino porque tratabas de hacerme parte de ese mundo tan tuyo, ese universo de citas que supuestamente yo también debía de conocer, pero que sinceramente no recordaba.
Veo en nuestra mesa de centro un solo cenicero para los dos, un portarretrato vacío sin la foto de la boda que nunca tuvimos, y el retrato de nuestra hija, con la misma nariz que tú, con tu mismo cabello, en una pose muy similar a una foto de mi mamá. Ahora te imagino recostada en mi pecho, leyendo algo de Freud para poder criar mejor a Jimena, pobre de ella que le toco tener unos padres tan heterodoxos, supuestamente liberales, inocentes de la tarea que les es y será cuidarla. Te siento ya con tus dedos en mi pecho, como señalando una medallita con el dedo sin anillo, con ese cabello alborotado que aún no puedes dominar, con tus sandalias planas junto a mis zapatos, con mi saco y corbata entre tu lino blanco, observo el contraste y sonrío tímidamente, me guiñas un ojo y descubro que tú también te has percatado.
Ayer me hablabas del Surrealismo, y yo defendía a los ultraístas, tú ponías un disco de baladas que grabaste de joven y yo señalaba la dosis de ternura que había en tus quiebres de voz. Has fumado mucho mientras estuve en la oficina, pasas tus dedos blancos y finos por mi nariz, me cuenteas la última ocurrencia de Jimena. Salimos al patio, nos bañamos de Luna, ríes como siempre desde hace 20 años, y yo sigo sintiendo lo mismo que hace 20 años. Paso mi diestra por tu mejilla, por tus orejas, por tu cabello largo y por la cicatriz de tu cuello, dejo ahí un dedo, tierno y sin anillo.
Nos veo planeando vacaciones de playa, de arena blanca. Nos veo de nuevo en el sofá, con un libro diferente, con Borges para llamar mi atención, con el manuscrito del poema que alguna vez te escribí, hace ya muchos, muchos años atrás.
3 de agosto de 2008
Vida de Gato
A mí nunca me gustaron los gatos, tuve algunos perros en mi vida anterior, pero a los gatos ni mirarlos. Es quizás por eso que se me hizo paradójico, en primer lugar, haber reencarnado en uno, quizás sea un castigo. Aunque tiene sus ventajas ser un gato, mi agilidad y mi destreza me permiten ingeniármelas mejor en la búsqueda de alimento, de humano vivía de noche así que la nocturnidad no me es novedad. He tenido algunos dueños, algunos nombres, pero los abandone apenas me sentía aburrido. Por qué limitarme a conocer un solo tipo de persona si puedo conocer a otros. Esto es lo más divertido, las personas notan mi presencia pero no se cohíben, yo los miro fijamente, con la mirada fuerte de antes y ellos no se intimidan, son sinceros, son reales, muestran su fealdad y sus verdaderos instintos ante mí, sienten que nadie los esta viendo.
Me he resignado a ser un gato, me las ingenio para comer, molestar perros, matar canarios. He sabido huir de quienes como yo no gustan de los gatos, prefiero usar las casas de alguno sujetos a cambio de hacerles creer que tienen derechos de propiedad sobre mi.
Si antes no tenía suerte con el sexo opuesto, de gato sufrí el mismo destino, comprendí que el problema era yo, y no ellas como antes me decían, me di cuenta que ni aun con la fuerza del instinto de mi lado podría tener éxito en el ritual de la conquista.
Ahora vago sin rumbo, sin gata y sin dueño, me acerco a la ventana de un amor de juventud, ella que me fue antes negada, ella a la que siempre le gustaron los gatos. La veo marchita con una fotografía de su hija en París, sola con sus memorias de tiempos mejores, entro haciendo solo el ruido necesario, me poso en su regazo, ella no me reconoce, me acaricia el cuello y yo decido envejecer ahí.
Me he resignado a ser un gato, me las ingenio para comer, molestar perros, matar canarios. He sabido huir de quienes como yo no gustan de los gatos, prefiero usar las casas de alguno sujetos a cambio de hacerles creer que tienen derechos de propiedad sobre mi.
Si antes no tenía suerte con el sexo opuesto, de gato sufrí el mismo destino, comprendí que el problema era yo, y no ellas como antes me decían, me di cuenta que ni aun con la fuerza del instinto de mi lado podría tener éxito en el ritual de la conquista.
Ahora vago sin rumbo, sin gata y sin dueño, me acerco a la ventana de un amor de juventud, ella que me fue antes negada, ella a la que siempre le gustaron los gatos. La veo marchita con una fotografía de su hija en París, sola con sus memorias de tiempos mejores, entro haciendo solo el ruido necesario, me poso en su regazo, ella no me reconoce, me acaricia el cuello y yo decido envejecer ahí.
1 de agosto de 2008
Finalmente un Ángel (Sueño de Agosto)
Yo no he leído La Comedia, pero sospecho que Dante se debió de haber sentido así, ante las puertas doradas del Paraíso, inmensas y doradas. Debió sentirse como un insecto, triste en su nube blanca.
Aunque mi nube era gris, como las del cielo limeño. Había llegado a ella saltando como un arlequín entre otras almas perdidas, buscando un rincón donde descansar, sin aureola y sin alas. No fui de maldad pura, ni de altruismo bondadoso, pase mis días tranquilo, sin nada que resaltar, era esencialmente egoísta diría yo. Por eso quizás no tenia cuernos ni cola, ni estaba al otro lado de la puerta, vagaba desnudo por un cielo gris, sin percatarme de los otros ni buscando su atención, prefiriendo la comodidad y el profundo silencio con mi mente en blanco.
Gastaba el tiempo viendo esa puerta, enorme y cerrada, de oro macizo, prohibiéndonos a los perdidos el goce del Paraíso. Nadie intento saltar la barda, llamar a la puerta o por lo menos tocarla, parecíamos resignados, conocíamos nuestros pecados. Tampoco vimos entrar a nadie, la puerta nunca se abría, sus bisagras parecían oxidadas por la inactividad. No tenía guardias, no tenía porteros, ni torres de control ni casetas de seguridad, parecía invitarnos a pasar, parecía que nadie aceptaría su invitación.
Hasta que un día lo insospechado sucedió, las bisagras rechinaron por lo oxidadas, la puerta se abrió, sin guardias que la custodiaran. Nadie ingresó, solo apareció ella, con más propiedades de la luz que de la materia. Salio con la mirada fija en mi nube gris, en mi ausencia de aureola, en mi falta de alas. Yo no he leído La Comedia, pero sospecho que Dante se debió de haber sentido así. Ella acomodó sus alas sobre mis muslos, me volvió a besar. Las puertas del Paraíso se abrieron, finalmente un ángel llegó.
Aunque mi nube era gris, como las del cielo limeño. Había llegado a ella saltando como un arlequín entre otras almas perdidas, buscando un rincón donde descansar, sin aureola y sin alas. No fui de maldad pura, ni de altruismo bondadoso, pase mis días tranquilo, sin nada que resaltar, era esencialmente egoísta diría yo. Por eso quizás no tenia cuernos ni cola, ni estaba al otro lado de la puerta, vagaba desnudo por un cielo gris, sin percatarme de los otros ni buscando su atención, prefiriendo la comodidad y el profundo silencio con mi mente en blanco.
Gastaba el tiempo viendo esa puerta, enorme y cerrada, de oro macizo, prohibiéndonos a los perdidos el goce del Paraíso. Nadie intento saltar la barda, llamar a la puerta o por lo menos tocarla, parecíamos resignados, conocíamos nuestros pecados. Tampoco vimos entrar a nadie, la puerta nunca se abría, sus bisagras parecían oxidadas por la inactividad. No tenía guardias, no tenía porteros, ni torres de control ni casetas de seguridad, parecía invitarnos a pasar, parecía que nadie aceptaría su invitación.
Hasta que un día lo insospechado sucedió, las bisagras rechinaron por lo oxidadas, la puerta se abrió, sin guardias que la custodiaran. Nadie ingresó, solo apareció ella, con más propiedades de la luz que de la materia. Salio con la mirada fija en mi nube gris, en mi ausencia de aureola, en mi falta de alas. Yo no he leído La Comedia, pero sospecho que Dante se debió de haber sentido así. Ella acomodó sus alas sobre mis muslos, me volvió a besar. Las puertas del Paraíso se abrieron, finalmente un ángel llegó.
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