Yo amo tu cabello mojado al salir de la ducha, reto a la toalla que te envuelve, le doblo la apuesta y sólo así se quita. Yo amo tu escritorio en orden, los libros por autor, los oficios por fechas, tus cajones espaciados, doblar tu ropa interior. Sobrevaloro la luz de la lámpara, las cortinas cerradas, la televisión apagada, la radio sin emisora; me encanta el olor a tu perfume en la alcoba, el que siempre dejes el calendario en Abril, la nostalgia de mañana, la falda que te regalé. Amo cuando las tiritas de tu polo se resbalan, cuando las levantas dulcemente, cuando sabes que te estoy mirando. Quiero inmortalizar tus labios en esa carcajada, el marco de tus lentes que amanecen en mi cama una vez por semana.
Yo amo cuando me cuentas de un mundo mágico, de oferta y demanda, de mercados extraños, con otras lenguas, con otra fe; finjo entenderte, ahora es tu vida, de graficas y curvas, de cuentas a largo plazo y financiamiento de mi alma. Yo aun no se si aprendí algo, si sólo estuve ahí para darme cuenta de ti, si es que tus sandalias no cubrieron ya mucho espacio en mi imaginar cotidiano. Yo amo tu cabello mojado al salir de la ducha, que mojes la almohada, que sufras de insomnio, que me hagas un postre. Amo cuando en tus viajes llamas antes de dormir, cuando yo me voy y sabes que no duermo, cuando en otro cielo se ve la misma nube, se siente el mismo frío en primavera. Amo cuando me robas las sabanas, cuando me pateas en un mal sueño, cuando te dejas inspeccionar, cuando no te satisfacen mil caricias, amo tu cuello y los besos que recibe, amo que amanezcas conmigo aunque sea una vez por semana.
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