25 de octubre de 2008

Difuso

A quien sienta haber entendido
hacer el favor de explicarme
lo que a continuación se dice haber escrito

Debo a tu breve cintura y a una mañana de lluvia la ultima batalla de este mes, a la fila 19 y el asiento 23 mi mejor hora y media. Caí de la cama como caen los vencidos, rodé escaleras entre el banco y un cine. Te vi con 2 lágrimas de más, una sombra vieja, y ese pelo de falsa arena gris, anduvimos un rato por rincones tuyos, por respiros de pobres manos en el pasadizo, por túneles de luz clara, con finales baratos de cines por Internet. 3 palabras vinieron cuando te fuiste, desordenadas y juguetonas, 5 minutos de razonamiento después “Soledad, te amo” se formó y las guarde en mi bolsillo. Ahora es como andarse exponiendo y soltando explicaciones innecesarias que nadie pidió, es ser custodio y gendarme de tus dudas, enamorarse en media hora, en tres cuartos de charla; es una clase sobre el existencialismo sin Sartre, miopías y anafriníl, clonazepan y ron, amor y café. Yo aun te busco en las agrietadas aceras de Lima, en la hora de almuerzo por Larcomar, o ¿será acaso el ocaso? Busco esa mueca que decía reír, ese cambio de peinado, el ganchito, tu cintura, o al menos tus manos. Las plumas de acero ya no sirven y el gato maúlla como si yo lo pudiese entender, ese techo esta cansado de verme amanecer sin ti, esta cansado de ausencias y goteras de lluvia en la mañana.

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