Brindis compañero, dice aquel que mira aprendiendo ¡Salud por los que siguen! Los que se distancian, por quienes juntan apenas tiempos y los que juntan moneditas; por lo que se escribe y ahora se oye, -¡¡salud!! le gritan en coro y al unísono se acaban el trago.
El otro amigo de labores se levanta y comienza su discurso. Saben... hoy sucede que me pasa, que sucede que no entiendo, que me pasa, que quisiera que me cuenten, como ven que se pinta lo que digo entre ustedes como amigo. Escuchan algunos con cigarro en mano, otros jugando con chapitas y otros con etiqueta de cervezas. Termina su relato y se vuelve a escuchar salud y todos repiten ¡¡¡salud!!! Eso dicen los que escuchan, mientras otro grita: esta corre por mi cuenta se las dejo las que siguen, pero esta corre por mi cuenta, que permiten los labores, los trabajos, de aquellos que explotan, de otros que explotan y de la excepciones que explotan, pero igual pagan aunque exploten. ¡salud compañeros por las cuatro botellas y las cuatro chapitas! ¡Por los cuatro puchos y un cenicero! aunque mucha ceniza quede afuera; por el único encendedor que maneja el más fumador y por las cantinas sin sabina, con mentiras, sin adivinos, solo amigos, cuatro chelas, tres chapitas, ya que una salió volando y la pateo un borracho que gritaba: No me quiero ir porque mi mujer me acababa de botar de la casa y no puedo permitir que me boten dos veces en un mismo día. Con el mismo desprecio, pero con menos amor y menos dolor. ¡¡Salud!! gritaron los borrachos que continuaban en los alrededores. Un cigarro se perdía en el humo que botaba el cercano, brindando por lo viejos mal momentos que sacuden los recuerdos, que viven en los tiempos, que uno no pide permisos para soportar. Y ¡¡salud!! cantaban sus amigos que no perdían su sitio, sus chelas, sus mujeres, pero si el sentido, algunas monedas, algunas verdades, una cuantas mentiras, cuatro adivinanzas y un acertijo. Así la noche se partía se escapaba de los ojos, de los gritos y los brindis; de los tragos, muchos tragos, pocos cigarros, ninguna propina; muchos temblores en la cabeza, demasiadas sonrisas, ya muchos acertijo, ya poco entendimiento; mucho sueño, exagerado sueño y el tiempo corto para dormir, por ello. Se los ve ya partiendo en la pista tan callada, tan poco nocturna, por eso que se esconden en sus hogares y en la almohada, antes de que el párpado pese más, gritan de nuevo ¡¡salud!!! Y ya no se vuelve a escuchar nada más.
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