Todo es tan nebuloso cuando uno bebe, ya sabes, las distancias se acortan y los pasos son tan inestables entre las nubes, o entre el piso, o por el piso, como sea, uno hace siempre el mayor esfuerzo para estar de pie y con una sonrisa en el rostro, aunque tú lo tomes como una mueca coqueta y perversa, pero no se asuste señorita yo no soy de esos borrachos, solo deme algún rincón con una almohada que yo con mi saco me abrigo, verdad ¿Dónde dejé mi saco?, no importa no tengo tanto frio, solo deme un rincón, claro si es que no hay más whisky, yo me acomodo bien en ese espacio, de usted depende si me quiere acompañar, tampoco era necesaria esa cachetada, guárdesela que solo era una sugerencia, yo puedo dormir aquí, o bueno si insisten me voy, total, la pasamos muy bien anoche, aunque ahora no me sonrías igual, ni me miren tus amigos como me miraban cuando te hacia bailar una salsa de aquellas que me gustan, pero al parecer me marearon más las vueltas a mi que a ti, tampoco es que te haya querido marear, pero de haber sido así quizás si me hubieras querido acompañar a ese rinconcito, calma, ya dije que no son necesarias las cachetadas, yo me voy no se preocupen, se llegar solo, aunque esta muy nebulosa esta mañana puede que tropiece una o dos veces antes de tomar un taxi, pero no dicen que siempre ando por las nubes o que tengo cabeza de nube, ya déjense de tomarme fotos que me voy ¿alguien sabe dónde dejé mi saco? Bueno me lo mandan por e-mail o por inbox como está de moda hoy en día, no es necesario que se despidan quizás a ustedes también les están moviendo tanto el piso como a mí, me iría más deprisa si no fuera tan complicado ver donde pongo los pies.
Todo es tan nebuloso cuando uno bebe, ya sabes, viajas en un taxi y no te acuerdas cual fue el precio que acordaron para que te lleve, o si es que solo te subiste y le dijiste “a mi casa y rápido que estoy llegando muy temprano”, por ratos estoy despierto y voy reconociendo de a pocos las calles que van abriendo sus ventanas al nuevo sol que nace allá arriba y me hace doler tanto la cabeza, sospecho que en mi próxima dormida ya estaré más cerca, me arden un poco los cachetes, y ¿Dónde diablos habré dejado mi saco?. Sí, sí señor, ya estoy despierto, doble en u en esta esquina, luego de frente para atrás hacia la derecha de la izquierda, digo que entre por aquella esquina, si aquí déjeme, ¿Cuánto le debó?, ok y cinco soles más por lo que dejé en su asiento trasero, perdón pero es que su carro estaba tan nebuloso, me mareó, suerte, disculpe, la tuya malcriado.
Todo es tan nebuloso cuando uno bebe, ya sabes, las veredas están tan desniveladas, ese alcalde prometió tantas cosas para que lo elijan y no puede arreglar esta callecita triste, y a quién se le ocurre poner un arbusto en mitad del camino, y ¿Dónde diablos andará mi saco?, por lo menos no perdí las llaves, y si todo no fuera tan nebuloso podría abrir con mayor facilidad la reja, ya está, ahora solo queda el tramo final, subir los tres pisos hasta mi departamento de soltero maduro, pero no maricón, ya está, ahora solo queda la última puerta y podré descansar de tanta nebulosidad, pero la llave no reacciona, no da vuelta al mecanismo oculto que me permite entrar a dormir, maldita sea, maldita puerta, te tumbare a patadas si es necesario, y seguiría pateando si no me abriera la puerta ese niño con cara de sueño que grita “mamááaaá el borracho de arriba se equivoco de piso otra vez”.
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