Ay Jimena, que tenemos mucho de que hablar, ahora más que antes, pues ya te ando extrañando demasiado. Que tenemos que inventarnos una huida, un destierro a las utopías del desierto, balsas de papel en un parque, dos o tres botellas más. Ay Jimena, que tenemos que vernos, no me ha bastado tu última despedida, ni el final de la vía, ni el desconsuelo del corazón. Ay Jimena, que te he echado de menos, que te quiero volver a soñar, que quizás no sea tan malo intentarlo, aunque no se crean las mentiras y la suerte sea esquiva a los demás. Ay Jimena, déjame que te cuente de ese cuadernillo a la espera de tu inspiración, de algunos versos que se te caigan cuando amanezca, de pactar citas no tan ciegas contigo.
Ay Jimena, que llevo la lengua afilada, con su esfuerzo a flor de piel, con el alma en los zapatos; creando mitología sobre tus amores de antaño, sobre tu actual partenaire, sobre el neceser de tus pasos. Ay Jimena que ando dedicándote noches perdidas, de falsa bohemia, de llegada pronta y alocada, que cumples de consuelo entre transacciones bancarias, entre los putos de Wall Street, entre su abuso de poder, entre los intereses criminales, la tensión de un cheque asesino, las miradas distorsionadas del supervisor, la evaluación tardía de los reprobados. Ay Jimena, déjame servirme de ti para esto, revive cenizas, llévame a pasear, dedícame un suspiro, un salud, un nos volveremos a encontrar. Ay Jimena, que tenemos muchas cosas de que hablar.
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