Yo no dejo que me duelas tanto. Escapo de los espacios que solías
habitar y aunque a veces alguna brisa maliciosa me trae el eco de tu voz por
las noches, no dejo que me duelas. Siento que estás ahí, descansando en tu
silencio profundo y volteo por instinto o por descuido y me dueles completa,
pero no dejo que más.
Vivo negando tu ausencia, naufragando por minutos sin ti,
imaginando que estas dormida aunque el sol se canse de buscarte en la ventana,
como si al verano le faltara tu sombra y tus costumbres.
Prefiero recordar otras heridas, sentir por el lado más
lejano, buscar el llanto con otras excusas menos fuertes que tú, y es que todavía
no puedo dejar que me duelas toda, prefiero consolarme con fantasías y sueños
de volvernos a encontrar, prefiero creer que me esperas al otro lado del arcoíris.
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