Algo llegué a escuchar en algún momento, un eco de despedida o algún recorte de que todo termina; y entre las sombras me encuentro con un enorme punto final en las manos, ciego y cansado. Por las noches mis pecados vuelven para atormentarme y las fuerzas reclaman las ganas de no querer intentarlo, se burlan de mi propensión al fracaso. La gente habla bien para que la escuche y hablan mal para que me cuenten, luché tanto por la soledad que ahora no sé cómo llenarla; y extraño tu sombra, el reloj es un instrumento para contar tu ausencia.
Los espacios que antes frecuentaba me regalan rincones que no aprendieron a olvidar, un reflejo de tu sonrisa sigue reposando bajo el puente junto a los huérfanos proyectos que se marchan lentamente por su magnitud. Algo dejaste debajo de mi cama que se confunde con la noche y hace que todo huela a ti, algo deje escrito en una pared de tu cuarto tentando al destino y al tiempo. Pero ya nadie buscará explicar la consistencia de nuestra ecuación y ya no habrás de reprocharme nada, ni yo, ni nadie.
No hay comentarios:
Publicar un comentario