29 de octubre de 2010

Volteando la mirada

¡Rodriguez Salazar, Javier! Acaban de gritar un nombre y entre tantos sacos y corbatas se levanta uno, algo sorprendido y se acerca al señor. Lleva su sobre naranja que narra escuetamente lo que ha hecho hasta hoy, quizás le sirva luego para no olvidar. Buenos días señor ¿Cómo? ¿Por qué me gustaría trabajar en su empresa? Da una respuesta prolongada. No se cree nada de lo que dijo, inclusive ni siquiera lo entendió. Acá seguimos siendo un mar de soñadores laborales, nos miramos y vamos encontrando nuestro espejo en el otro. Una vez más vuelvo a sentarme con tanto extraño, que ya los voy sintiendo familiares. Las colas, los trajes, la sonrisa y aquellos apretones de mano van marcando la pauta de esos días, promesas de futuros inciertos y el camino al calvario, a la condena de la rutina, pero todos queremos el fuego de Zeus y que luego nos coman las entrañas. Pelearemos por las cadenas con los aromas prestados y los trajes cada vez más gastados, cansados. Es un mar humano y la incertidumbre va imperando en la sala de espera. Tienes un recuerdo esquivo de haber estudiado para algo, algo que no encontrarás acá. Poco a poco fuiste derrotando las ambiciones y conformándote con sueldos miserables. Ya no te encuentras en el espejo, ni en ese cuadro con sombrerito negro y mandil. Ya no recuerdas el gran discurso que le diste a tus compañeros y esa loca idea de ser gestores del cambio, aquel reclamo e indignación por el atropello y la búsqueda libertaria de la dignidad humana. Ahora formas la cola esperando ser llamado, has vuelto a rezar y el insomnio nuestro de cada día no te abandona. ¿Haber dígame? ¿Por qué le gustaría trabajar en nuestra empresa? Me mira, los ojos le brillan y me suelta una respuesta prolongada que ni él se la cree. Leo su currículum. Estudió Ingeniería Industrial y postula para asistente en una oficina de atención al cliente. Veo mi reflejo en sus ojos brillosos y siento su caída honda. Hay un breve silencio, él no me quita la mirada, no encuentra su mirada. Bienvenido.

28 de octubre de 2010

Vicio

A veces parece un vicio el no querer dormir, otras veces es inevitable. Cuando tu abdomen tiembla de la impotencia y tu mano escribe lo más rápido que puede las ideas que tu mente vomita por la rabia y por la desesperación de sentirse insatisfecho con la imagen que te regreso el espejo, comofuequellegamosaterminarasi. Respira, como fue, el desorden de los días, las mañanas perdidas en quien sabe que nube o tras cual falda, las derrotas anunciadas en versos de Vallejo, o el simple hecho de saberse perdido en un laberinto de mil y unas noches, ¿quehacemoscarajo?, comoparamosesto. Respira, busca soluciones, es un circulo vicioso, te preocupas, duermes poco y mal, pierdes la misma guerra contra las sabanas todas las mañanas, no tomas un buen desayuno, viajasenunestadodeplorablehambrientoytardon, respira, llegas tarde (otra vez) y ya es la tercera oficina que te contrata este año, entonces te amenazan, te hacen firmar memorándums al por mayor, te preocupas, duermespocoymal,pierdeslamismaguerraetcetcetc. Y si quieres un consuelo, te ahogas en cerveza, escuchas tus discos favoritos, esos que no sirven para nada más que para ponerte peor, llegas ebrio a casa y tu mujer ha tirado tuscosasporlaventana3vecesestemes. Así que vas por ahí esperando que se te pase un poco la borrachera o que se disipe tu mente, hasta que te olvidas de las avenidas, o de los atajos, y saltan dos sombras del callejón más cercano ysellevanelcelularqueaunnoterminasdepagar, respira, ya pasó, y se llevaron también la billetera, y carajo al día siguiente se le ocurre a tu jefe abrazarte efusivamente buscando devolverte la motivación que tenias hace algunos meses y siente todalamarcaquedejoelalcoholentucuerpo, y tu mujer se ha ido para siempre otra vez, y en la noche malditasealanoche, una mano blanca y de mujer se posó en tus rodillas y entregó su boca como un escape, comounasalida, hasta te dio una billetera nueva y las copas fluyeron, pero hasta antes de las 12 mejor que mañana no puedes llegar tarde de nuevo, y lo mejor sería tomar un taxi para ver si la prisa llama al sueño, y malditaseasemequedolabilleteranuevaeneltaxi, respira, ya pasó, tranquilo, así no podras dormir, dile a esamalditamanoquedejedetemblar, vomitas lo poco que has comido y mañana seguro que llegas tarde, o se va otra mujer, o tuvidasiguesintenersentido, carajo, mejor nos secamos la botella de un sorbo.

24 de octubre de 2010

Sus espejos

La gente pasa totalmente distraída. Es un mar humano que se mezclan en las calles, apenas si te descubres, apenas si te reconoces entre los ventanales de los bancos o en las miradas desconcertadas de los transeúntes. Es raro, lo sabes, es raro seguir el mismo camino, los mismo paraderos de aquella ciudad.
Ahora llevas una chalina por el frío, un libro te acompaña. Acabas de recordar una vieja canción que algún recuerdo propició. Sonríes, sabes que en la otra esquina el bullicio es más notorio, pero esta calle mantiene a los lejanos, algo cercanos. Buscas jugar y te confundes entre la multitud ¿Dónde estoy? Sabes bien donde estoy. Me distraía al no mirar la otra acera, no contar los pasos en cada cuadrado, no repetir el tropiezo con el mismo bache que dejaron al construir la nueva pista de la modernidad. ¿Me permites? Cuando mires al espejo y no te encuentres, no te preocupes, quizás andas extraviada entre la multitud, quizás confundiste el camino, quizás es el apuro de los días, quizás te robaron la mañana, quizás falte más motivos. La ciudad sin presentación se sigue mostrando de a pasos y miradas cansadas y te refleja el charco de la calle garuada. Su arco iris tímido muestra las tonalidades de grises que apenas puede soltar. Y cada vez que te olvidas te vuelves a encontrar entre ventanales de los bancos, charcos de garúa y ojos de lunes.

23 de octubre de 2010

El Detalle que faltaba

Sé que andas por ahí invitando a pecar, convidandome algo de ti, sin conocer realmente tus límites. Sé que llevas una ligera libertad para correr a velocidades emocionantes, exitantes. La idea se te escapa por los sueños, por las noches, mientras el calor acaba en el sudor que derramas entre sábanas. Sé que seras, luego, el motivo del olvido y tendrás que cubrir la ausencia por otros lares, la necesidad, el deseo que va conquistando tu cuerpo poco explorado. Sé que existe un quizás para ti, un tal vez, que te permita seguir los caminos ocultos. Pasajes que se van abriendo. Jugaras con tu atrevimiento y me dejaras irte interpretando de a pocos, de a muchos, según como anden tus deseos, tus ganas de no ir perdiendo el tiempo y aprovechar esa línea anexada que puede haber cuando existe la codificación del mensaje, tu mensaje, la interpretación del bullcio, la sonrisa, la mirada, tu silencio, la cercanía, esa amistad extraviada, ese pecado maldito, bendito. Sé que tú sabes, quizás ahi este el detalle que faltaba.

10 de octubre de 2010

Pretendiente

Soy mejor como pretendiente que como novio, quizás debí decírtelo hace mucho tiempo, pero eso habría arruinado mi estrategia, ya sabes, después de todo fui el mejor pretendiente de todos los que tuviste, por algo conseguí lo que ellos te reclamaban. Ya después nunca nos imaginamos que las cosas saldrían así, solo sé que fui un buen pretendiente, que siempre estuve ahí para abrirte las puertas de la oficina, que sincronice mi horario a tu rutina, que supe colarme entre tus amistades, generarme los momentos para ganarme alguna mirada que se resbalaba por tu espalda y caía a mis pies y sonreírte y comprobar con miedo que me sonreías y que también tenias miedo. Fui un buen pretendiente, sabia cual era mi labor, de aguardar en la esquina un encuentro casual creado tras muchas noches de cálculo y compartir una vereda roja deshojando temas escogidos al azar también, sabía anochecer viendo una foto que te robe desprevenida, donde me sonreías cómplice sin darte cuenta, supe llenar mis sueños con tu cuello y esa cadenita de plata que cubría su desnudes, supe tropezar tus manos con las mías y hasta supe memorizar de casualidad tu poema favorito para nuestro primer beso. Pero luego me cambiaron las reglas del juego, y tenía que luchar en terrenos desconocidos para mí y mis teorías de excelente pretendiente, fallé como amigo, respondí a tus suspiros con historias falsas e impresionantes, nadie me enseñó cómo ganarme a tus padres, no sabía qué hacer con tus ataques de ira, como responder a tus llamados de auxilio, te fallé en la cama, jamás pudimos negociar una estrategia contra ataques de celos. Soy mejor como pretendiente que como novio, quizás debí decírtelo hace mucho tiempo, ahora veamos cómo me va como ex.