6 de octubre de 2009
Despedida
Sólo te pido me permitas la despedida, que me dejes decir que realmente no busque esa expresión tuya del rostro como recuerdo de un final dado. Te pido que me permitas unas cuantas líneas, aunque ellas se conviertan en mensajeras kamikaces y terminen luego en algún basurero invitados por tu furia, pero permiteme que aclame a la sonrisa tuya, al recuerdo de lo motivos dados, al breve espacio, al siempre siempre. La complicidad cuando eramos reos de nocturnidad o andábamos ebrios de celebraciones futuras. De cuando algún día, tú te ibas a titular y yo te iba a titular en una de mis futuras novelas dedicadas a tu sonrisa. Deja que sean ellas las que si se vayan en paz y que permitan luego tregua alguna entre nosotros. Ya vendrán tiempos mejores, nuevos autores. Se pintaran ilusiones diferentes y dejaremos de compartir una línea del camino para llevar líneas paralelas, pero descuida, tengo el vaso en mano para calmar los nervios, tengo un cigarro sin prender. Ya sabes, no fumo, pero me calma su presencia, cuestión subjetiva; bueno sólo me quería despedir con la idea de una futura tregua que luego o como tú lo prefieras, muy luego nos cruce por casualidad o causalidad para invitarte un café mientras bebo un chocolate y enseñarte aquel libro que te titulo: mujer de junio, especialista en ilusiones perdidas.
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