Cuando la conocí, no sabia de donde era, ni como era que le gustaba vivir, yo simplemente me perdí entre sus ojos tan expresivos y busque la excusa en unos trabajos que dejó el profesor para poder conocerla, con el tiempo nos hicimos amigos y empezamos salir para ver que tal nos iba, en verdad no había mucho que perder era una chica simpática que llamaba la atención, y yo un chico enamoradizo que buscaba enamorar.
Yo vivo en un distrito cerca al mar, cuyo invierno es para algunos difícil de tolerar, debo decir que no estoy entre ellos, porque a mi siempre me encanto la neblina y el friesito que había por acá.
Ella vivía en un distrito que estaba al otro lado de la ciudad, donde el clima era más cálido y muchas veces el sol abusaba de su calor, hay algunos a los que no nos gusta mucho, pero ella no estaba entre ellos, porque era de las que disfrutaba de un buen verano con agradable sol.
Estudiábamos en el colegio, cuya ubicación era centrica para los dos, el clima tenía días de buen sol y otros de buen frío, y nosotros sabíamos ubicarnos por ahí, cuando descansábamos en los parques yo me sentaba debajo de un árbol y cubierto por la sombra, mientras ella sin sombra alguna disfrutaba del calor. Todo iba bien, sólo paseábamos por los alrededores, cuando íbamos a clases yo me colaba a su salón o ella al mío y nos quedábamos luego a pasear por ahí, pero un día me invita a su casa, y cual chico conquistador partí hacia allá, llegué y encontré un sol inmenso que hizo insoportable la estadía allí, me saque el abrigo, luego me levante el pantalón y al final le prometí entre bromas no volver, lo mismo me dijo ella cuando fue a mi casa y no tenía más que ponerse para calmar su frío, le preste mis chompas aún así no paraba de temblar, se quejo muchas veces y entre una sensación de resfrío me prometía no volver.
Se hacia difícil comprender los pequeños microclimas que tenía esta ciudad, lo tan distante que nos ponía esa situación, ahora eso se podría superar, pero en aquel entonces eran motivos suficientes para dejar de intentar, decidimos pasear por los alrededores del colegio cada uno defendiendo su lugar, igual ese tema ocupaba nuestro tiempo, los microclimas de una misma ciudad; que por su casa se respira mejor y por la mía se respira agua, una persona con asma se muere, claro ella tenía asma, mientras yo le replicaba que en el mío se puede caminar vasta un buen abrigo y todo normal, en el suyo había quitarse hasta la piel y aun así te morías de calor, claro el que se moría era yo, luego le devolvía, en el mio hay una bonita vista del mar y en el tuyo mucho desierto poco de admirar, y ella me remataba diciendo que en el suyo la belleza de la mujer se podía admirar y en el mío apenas se veían los ojos con tanto abrigo encima que se ponían para caminar un sin fin de sonseras que los chicos podíamos argumentar, igual fue suficiente para que las cosas empiecen a ir mal empezamos a vernos menos, cada uno llevaba sus cursos en su salón, parábamos poco tiempo fuera del colegio y ella se enfermaba cuando le tocaba visitarme y yo agonizaba cuando me tocaba ir allá, no habían ya muchas excusas, las bromas dejaron de provocar risas, y poco a poco la relación fue perdiendo su efecto, era bella no lo niego, pero más bella se veía en la salón una distancia considerable donde el sol que pasaba por la venta le caía en su cabello mientras yo, bajo la sombra del salón me podía perder en esos sus ojos tan expresivos.
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