24 de febrero de 2014

Entrelineas


Ella dijo algo, no sé muy bien qué, pero ella mencionó algo. Entre tantas líneas y entre tanto ruido, ella soltó algunas palabras que nunca llegué a entender, pronunció algún murmullo y luego continuó con la charada que jugábamos esa noche y que yo nunca llegué a entender. Yo estaba tan perdido en mi discurso, haciendo malabares con las palabras y con las citas de autores desconocidos, mientras ella jugaba a adivinarme el pensamiento y se adelantaba a mí, lo suficiente como para mencionar unas palabras lejanas que nunca alcancé  a escuchar, que quedaron flotando entre nosotros, listas para que cualquier buen cazador las atrapara, aunque a mí se me escapaban entre los dedos. 
Ella calló algo que quería gritar, y yo nunca tuve palabras para rellenar nuestro silencio, ni para tentar a su lengua o ablandar su corazón. Y al final de la noche más larga de ese año, nadie mencionó las palabras escondidas bajo los argumentos, ni buscamos en la sombra del otro el final de todos los silencios.

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