No te preocupes, nada va a cambiar en lo más mínimo, tú
seguirás siendo mi amiga y yo seguiré soñándote en voz baja para que nadie se
entere. No temas, jamás te incomodaré con alguna indirecta, ni tratare de
aprovecharme de tu descuido. Solo dos cosas impedirán que se rompa este falso
equilibrio: mi cobardía y tu buen gusto.
Ni te darás cuenta de lo que se esconde tras cada beso en la
mejilla o en la sombra de todos mis abrazos temblorosos. Sigue contando conmigo
para todo lo que quieras, para narrarme tus amores imposibles y para ayudarte a
reparar el corazón que otros andan pisoteando.
De alguna forma, me he acostumbrado al delicioso tormento de
respirar tan cerca tu boca sin besarla, de desearte sin tocarte, de amarte sin
nombrarte, y recibir con el pecho abierto cada estocada que das cuando me
llamas amigo.
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