Es tu piel la que aún anda impregnado entre mis manos,
son las sábanas las que nos descubrían
y el respirar tu respiro, escuchar tu gemido,
explorar por las rutas que nos llevan tus muslos coquetos,
ese cruce de piernas antojadizo y la expresión que invitaba sin hablar.
Era tu cuello el inicio del camino, tus pechos en los que uno se podía detener,por tu ombligo andaba el nuevo comienzo y por tu vientre la ruta al infinito...
Eran tus pies desnudos que me jalaban hacia ti,
mi derrota y victoria que volvían por ti,
la luna que rebota en tu espalda
y mis manos las que se bifurcan por tus siluetas y se vuelven a juntar.
Eres tú temblorosa e impaciente,
atrevida e indecente,
quien me mira a los ojos convencida de a donde va. Aferrándose a mi piel y yaciendo sobre ella en el final de lo finales, el cantar de lo cantares donde sabemos aceptar que somos reos de nocturnidad.
Amantes impacientes que viajan con disimulo cuando se nos escapa la noche del cuarto una vez más.
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