12 de diciembre de 2010

La Cadenita

Todo depende de la estrategia, si la estrategia es buena se puede conseguir cualquier cosa. La primera vez que la vi yo seguía un poco mareado por lo de la noche anterior, no me había cambiado de ropa y más de 3 veces había terminado en el piso de una calle desconocida. Llegué a ver un ómnibus que me llevaba a casa, pero aun no estaba lo suficientemente despierto como para alcanzarlo, me detuve en el paradero a esperar que mejorara mi suerte, sospecho que era lunes porque la calle se llenó de personajes en traje, molestos y apurados, como condenados a un ciclo inacabable de idas y venidas. Entonces apareció ella, el brillo de su cadenita de plata entre tanto hombre gris llamó mi atención, llevaba un saco oscuro y tacones altos, subió a un bus cuya ruta no conocía, pero que por esos días lo tomé religiosamente.

El primer día yo andaba muy mareado para acercarme, ella bajó en Miraflores, y yo seguía estrenando calles esa mañana. Entro a una empresa cuyo nombre no pude distinguir bien desde la esquina, regrese a la avenida principal, tomé el vehículo de regreso a la calle donde la vi por primera vez, y aprendí la ruta que tenía que tomar al día siguiente desde mi casa. La mañana siguiente ya estaba muy despierto, a pesar de haber tenido que madrugar para encontrarla a la misma hora del día anterior; iba con la ropa más limpia que tenia, unos jeans anchos, una casaca con capucha y un par de zapatillas muy cómodas para seguirla todo el día, subimos al bus algo apretados e intente aprovechar esto para crear el primer acercamiento, llevaba la mirada tan fija en su cuello que ella volteó y me miró con miedo, quizás la combinación de mi ropa, tan diferente a la suya y mi mirada tan obsesionada la asustaron e impulsaron a zambullirse en ese mar de gente preocupados por estar llegando tarde a la oficina.

Había que cambiar la estrategia, tenía que homogeneizar mi imagen a la de ella, si ella usaba pantalón de vestir, blusa y saquito, yo me conseguiría unos zapatos, pantalón de un traje incompleto y camisa, hasta me peine con raya al costado y todo, cogí un libro de esos que me dejó mi padre para redondear la imagen de hombre decente e intelectual, desde que llegamos al paradero ella notó mi presencia, no necesite acercarme, subimos juntos al bus, nos sumergimos juntos en el mar de empleados tardones, tropezamos algunas miradas, nuestros dedos se buscaban en el pasamanos, nos pisamos también algunas veces. Yo me bajé en Surquillo, de ahí tome el carro hacia mi casa, ella no se sí habrá llegado a Miraflores, si habrá bajado detrás mío, o si fue muchas cuadras después cuando se dio cuenta que le faltaba la cadenita.

1 comentario:

Mayra dijo...

Q Buena me engañaste Gianka, pense que era la historia de un amor a primera vista, y resulta q te volviste chorito jejejeje , pero muy buena en serio, me engañaste ...