No me gusta este recuerdo, pero tengo que enfrentarlo, olerlo, sentirlo y sufrirlo siempre, cuando es de día allá afuera, no sé desde hace cuantos veranos. No me gusta este recuerdo, y detesto su sabor salado en mis labios cortados, odio invocarlo en mis heridas y en mis cicatrices. Paso el día elaborando estrategias que me hubieran permitido escapar, las cosas que pudieron haberme salvado de este recuerdo, cada día en el rincón más gastado de mi estancia sigo creyendo tener la estrategia infalible que me evitaría ese momento, el rayo de iluminación que me hiciera desconfiar de esa compañía, la ayuda de un efectivo policial, huir cuando sabia en lo que me metía, luchar y hasta morir para no tener que enfrentar esta maldita sombra que llena mis pasos perdidos, que se mete entre los minutos que deja y que esperan a mi reloj, que pasa a ser todo lo que tengo, un recuerdo que atormenta, que me priva de nuevas memorias.
No me gusta este recuerdo, y es lo único que tengo, es la cruz bajo mi cama y es la noche que ya llega, disfrazada de saco negro que ponen sobre mi cabeza mientras me llevan a una profundidad más oscura cada verano que pasa, y ellos siguen exigiendo saber algo que yo no sé, y ellos cada vez tienen menos paciencia, y el dolor a veces renace en las mismas heridas, y a veces crece estruendosamente en partes desconocidas, y el dolor será un recuerdo, tan solo un maldito recuerdo que no me va a gustar, mañana por la mañana mientras es de día allá afuera.
1 comentario:
El dolor es lo que te recuerda que estas vivo, cuando uno deja de sentirlo en porque ha muerto...Muy bueno
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