Sólo quería poner el punto punto suspensivo, por eso regrese. Luego de escribirle varias veces y recomponer el escrito de tantos borradores, no pude percatarme de esa falla. Ya sabe, anduve distraído, queriendo componer el mundo en un viejo cuento que perdí en nuestro segundo paseo, mientras iba ideando escribirte un poco más, no tanto menos.
Perdone la intromisión en sus sueños, que le robe algunos pensamientos, es que ando buscando la forma de ponerle esos puntos suspensivos. Ya sabe para aclarar la ausencia de aquello que falta descubrir. Algunos argumentos más que se sueltan en la mesa, esas barajas que se pierden en las mangas.
Buscando todos los motivos, puede que suene algo metiche, fetiche, pero no quiero robarle los puntos suspensivos a la historia, ni ponérselo a usted, aunque debo confesar que le quedaría muy bonito, un vestido de puntos suspensivos o tres lunares traviesos por su cuello. Se lo imagina, me permite hacerlo. Dejar inconclusa aquella historia para regresar a terminarla luego, cuando el tiempo no nos reclame tanto y nuestros puntos sean los rastros que dejamos.
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