Prometeo encadenado, 8 horas al día (más 1 de refrigerio), 6 días a la semana (sábado solo por la mitad); vuelve a casa cuando los arboles ya no pueden distinguir su sombra del asfalto, se cola por las callejuelas plomo y rojas de la urbanización “sueños perdidos”, pasa revista a los 13 faros de la cuadra, ve a 7 adolescentes riendo entre el humo y recordadas botellas extrañas, conversan, ríen, se aman, no llevan grilletes, ¿eres mayor que ellos, Prometeo?, ¿a su edad, ya estabas encadenado? El buitre vuelve y le devora las entrañas todas las tardes, dejándole el hilo de vida suficiente para repetir su ritual alimenticio por la eternidad. Prometeo camina bajo la misma luna, amarilla, menguante, de julio, diciembre, 2012, siglo XXI. De alguna manera logra sonreír, parte del hechizo le hace olvidar las horas de sol y sufrimiento, Prometo saca de un bolsillo las llaves de su hogar, gira el picaporte, le duele en el estomago una cicatriz.
Cansado y sin saber porque se da un baño ritual, desinfecta los alimentos del buitre, se alimenta también él, lee un poco, se distrae, vive de mentira, la soledad no le asusta, ¿no será por llevar tanto tiempo encadenado? El fuego que alguna vez llevo a los hombres no le ha regresado tributo, el sueño de encender las almas de la humanidad le costó grilletes y cadenas de oro.
Prometo duerme, descansa, sueña, se levanta, se alista para su rutina, se frota el vientre, se ve en el espejo, me ve, nos vemos, nos vamos,… nuestro destino nos espera.
1 comentario:
Prometeo encandenado, odia lo que debería amar, y ama lo que debería odiar, Prometeo está en todos lados, y a la vez nunca está, Prometeo es joven y a la vez viejo y curtido, Prometeo nos llamamos todos y a la vez todos ocultamos ese nombre, mas nunca las cadenas, mas nunca el buitre.
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