Prepárate,
se vienen tiempos difíciles, y no es que los esté invocando con mi eterna
vocación por complicar las cosas, es que ya no doy más y en la siguiente
esquina me bajo, ¿querrás andar a pie conmigo lo que queda del camino? Esto siempre
fue una mentira, que no es lo mismo que haberte estado mintiendo, es que yo
nunca puse resistencia cuando me iban subiendo a este ómnibus donde te conocí,
mamá insistió tanto y la calle se iba quedando vacía, me hubieran tildado de
loco si no seguía a los demás. ¿Te imaginaste que sería el primero en rendirse?,
probablemente no. Es cierto que el paisaje es maravilloso y logré acomodarme en un
espacio cerca a la venta con una vista espectacular de nuestros mejores años
que van quedando atrás, no me quejo de las comodidades a bordo, tampoco de todos
los pasajeros, acepto que cada vez soporto a menos, pero es más culpa mía que suya.
Mientras que a ti siempre te voy a amar, tanto que entiendo si en la siguiente
esquina no te quieres bajar. Perdóname por no advertírtelo cuando te sentaste a
mi lado, ni yo sabía que me iba a cansar tan pronto, que esta no era mi manera
favorita de viajar, que tenía otras opciones. No llores, el ómnibus es grande y
siempre hay alguien esperando por asientos libres y junto a la ventana, lo
inevitable es que ya no puedo respirar de este aire viciado, ni escuchar las
voces de los demás en mis oídos, ni dejarme llevar por las curvas que decida el
conductor. Esperaba que alguien me salvara hace 3 paradas, pero siempre tuve
mala suerte y nadie va a regalarme soluciones fáciles, es hora de liberarme por
primera vez, romper el vidrio y saltar al camino, el conductor no va a
detenerse, te invito a saltar conmigo, entiendo si tienes miedo, sé que va a
necesitar de mucho esfuerzo, pero prefiero ser yo mismo el que trace la ruta.
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