Serán tus ojos los que hoy fulminen cualquier
curiosa búsqueda de los míos. Y serán tus palabras las que hoy convenzan a mi
locura.
Tendremos que hacer una tregua para que me
permitas el escape sin daños, ni afectados, una tregua que no te permita que
seas mi victimaria, ni que disfrutes de mi agonía por culpa del rencores o
vanidades.
Te lo diré una vez y cogeré mis argumentos para
darme el envión a la salida,
me prometeré no volver y sabrás que esta si es
mi despedida.
Te lo diré otra vez, si la casualidad nos encuentra
a la salida
y así sabrás que hoy no te estaba jugando una última
mentira.
Y si mañana llegan los últimos mensajes de esta despedida,
si mañana llegan recién a calar en tu
nostalgia.
Sabrás que yo anduve queriéndote de a poquitos;
cada vez más intenso, cada vez más sostenido,
pero también sabrás que en la nocturnidad de lo
acontecido
yo me fui con las derrotas sumadas,
con los versos restregados
y ese querer loco que poco a poco,
entre tanto golpe, entre tanta derrota
fue encontrando su cordura.