Sé que vienes con
el mismo disimulo de siempre, alegando la confianza en este tipo de amistades.
Sé que no buscas el amanecer mientras yacemos en la alcoba, que el pecado sabe
bien con tu sonrisa y mis besos van apaciguando cualquier culpa. Sabemos que no es
necesario exigir voluntades, que establecimos bien claro lo roles, acuerdos que
nos propicia la confianza y la complicidad de viejos amantes. Sabes que mi visita
es tan pasajera como la neblina a través de los faroles en pleno invierno y la
tuya tan fugaz como el tiempo que se nos discurre entre los deseos en plena nocturnidad. Sabes que
la pena no te consume cuando sales de casa con alguna mentira o abandonas a los
amigos con otra. Se compensa con esta noche de amantes en la otra cara de la
luna, en la oscuridad de nuestro escondite, bajo el abrigo de nuestros cuerpos,
junto al juego que inventamos o las travesuras en las que te envuelves sin
tapujos, sin pudores y que se apacigua con el deleite de nuestros cuerpos, la
complacencia de nuestros deseos, la realización de nuestra locuras. Te encanta saber que nadie te creería capaz de lo que haces por estos lares, con este acompañante y te encanta que discutamos como viejos camaradas, que nos
llenemos de carcajadas de grandes amigos, que nos sumemos a la élite de los progresistas
de máquinas y papeles y que al final de todo
lo vivido, nos despidamos como lo que siempre fuimos. Encantadores conocidos, que se saludan con disimulo cuando el día los ilumina.
22 de junio de 2013
20 de junio de 2013
Qué esperas peruanito
Peruanito, ¿qué esperas
para bailar la samba de tu vecino?, no es tan solo por medio real de incremento
en el pasaje, a ti te sobran motivos para imitar a los brasileños, mi hermano,
si te suben el pasaje y te atienden peor, si te aumentan el precio del gas
cuando te habían prometido bajarlo.
Siguiendo con el
transporte, amigo universitario, que esperas para hacer valer tu medio pasaje,
para exigir respeto, para pedir seguridad. Y si estos argumentos te parecen
minucias indignas de protestas que topen la capital, porque no asaltas las
calles pidiendo el infierno para los corruptos, cárcel para los autores de narco
indultos, embargo para los desfalcadores del presupuesto nacional y final para
los acuerdos bajo la mesa con gollerías familiares. Qué esperas para pedirles
por la educación de tus niños, por el alimento de tus hambrientos, por el
abrigo de los puneños, cuanto más van a tener que depredar tus recursos para
que reacciones, cuantos abusos necesitas en la bolsa para decir basta.
Peruanito, ya te has
olvidado de aquella marcha, de aquella vez que lavaste las banderas para
decirle no a los mafiosos que se habían atrincherado en palacio. ¿Cuánto más
vas a aguantar esta vez? O es que acaso la economía te ha adormecido, y estas cómodo
todavía, a pesar de... Cuándo escucharás el grito de los mudos y cuando
aprenderás a leer en los muros de la calle la palabra que busca hacerte
reaccionar, sacarte de ese trance en el que vives y llamarte a la acción. Los
cambios no nacen, se hacen, se ganan, golpe a golpe y verso a verso. Peruanito
cuando deparaste de quejarte frente al noticiero, o en un café con aire
acondicionado, cuando entenderás que un día nuevo se gana en las calles y no
desde un blog.
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