24 de junio de 2010

Princesa

Con todo mi cariño
nadie se ofenda

A veces siento que no entiendo a papá, o que él no me entiende, ya sé, soy su única hija entre tanto desadaptado de mis hermanos, sigo siendo su princesa como cuando tenía 5, su canción de Lucho Barrios que cantan todos los padres. Pero a veces simplemente no lo entiendo, o será como dicen mis libros de psicología que en la adolescencia todos somos rebeldes, y las hormonas y el acné y el vello que crece muy abajo, y el calor y las nuevas sensaciones, y no sigo más porque ya es pecado. O será que los cambios se dan en ellos, que ellos temen perder a sus princesas, que ya no tendrán a quien cantarles boleros antiguos, que vendrá otro príncipe joven con guitarra rockanrolera a llevársela por la ventana hacia una tierra sin futuro, sin oficio ni beneficio, con el pelo largo y los modales por los suelos, pero que pudiste haberle visto a ese muchacho hijita.

A veces no lo entiendo, sé que me quiere, se preocupa por mí, me dice que cuide mi dieta, que ya no soy una niña, que debo estar siempre presentable en el escaparate del amor, y por eso peleamos, como cuando encuentra envolturas de caramelos debajo de mi colchón, o sobrecitos de “princesa” en mi mochila, y otra vez el sermón de la dieta, la figura, el escaparate, y para colmo los bombones te los regalo el rockerito ese, a quien le habrá robado el dinero. Y el día siguiente es domingo, perdón mi vida, vamos a misa, después te compro unas donas.


A veces no sé si lo entiendo, quisiera contarte tantas cosas, en mamá no confió porque finalmente te lo contará a ti, horrorizada y nerviosa como cuando habla de mi prima que se casa en 15 días y nos aviso ayer. Papá a veces quisiera hablarte de él también, quisiera que lo conozcas como yo lo conozco, y que sepas que su guitarra no es rockanrolera, es de protesta, y que habla como él solo sabe, y que es como él solo sabe, todo es tan grave, tan crucial con él, me hizo escuchar a Fito Paez, me enamoro con canciones de Sabina, no le importa lo de la dieta, no le importa que me gusten mucho los bombones, quisiera que lo conocieras papá.

A veces quisiera que me entiendas, pero mejor me quedo callada como todos los domingos después de despegarme una hostia del paladar, y subir al asiento del copiloto en tu auto, y viajar hasta la tienda de donas, ignorando las dietas y los chicos de pelo largo, escuchar la radio, viajar a tu lado como a los 5 años, y escuchar boleros de Lucho Barrios, Blues de Sinatra, tus rancheras de José Alfredo Jiménez, tangos de Gardel y ¡¿eso que estas cantando es Sabina papá?! Claro que sí princesa, si con esa canción besé por primera vez a tu madre.

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