Y ahora que el olvido se esconde en el remojo y que andamos un poco alquilados, algo distraidos un tanto permitidos. Ahora que viene el vino prestado, el salud compartido, la mujer presentada y la sonrisas fingidas. Tendremos explicar la mañana justificada, el despertar de los despertares o algún cantar de los juglares o unas mañanitas sin cantar.
Pero vamos acomodando los lentes, sacudiendo el viejo jean, alguna mochila que carga las viejas notas, papelitos de escritos perdidos, sonetos que recitan los versos, cuentitos que quedaron sin narrar. Y llevemos los motivos si remiendo ni te miento, busquemos las excusas que cuenten mejor tu historia, digamos que te encomiendo mi espíritu o mis libros o tus motivos que tienen un ojalá.
Mientras tanto escribamos las nuevas líneas, rimas y versos que nos ajusten la corbata, que acomoden los botones para el escritor, la publicación de la vieja trova y la melodía de la novela corta. Tendremos que componer la vieja bicicleta y lanzarce al viento viejo que pasa de nuevo, sostener el tramonto en la espalda y cantar a coro en el malecón.
Tendremos que remediar los remedos y ajustar los remiendo antes de que alguien nos ande sonriendo sin descubrir el por qué; de la quiebra de razones, la soltura de las pasiones que llevan queriendo querer ese quizás.
25 de junio de 2010
24 de junio de 2010
Princesa
Con todo mi cariño
nadie se ofenda
A veces siento que no entiendo a papá, o que él no me entiende, ya sé, soy su única hija entre tanto desadaptado de mis hermanos, sigo siendo su princesa como cuando tenía 5, su canción de Lucho Barrios que cantan todos los padres. Pero a veces simplemente no lo entiendo, o será como dicen mis libros de psicología que en la adolescencia todos somos rebeldes, y las hormonas y el acné y el vello que crece muy abajo, y el calor y las nuevas sensaciones, y no sigo más porque ya es pecado. O será que los cambios se dan en ellos, que ellos temen perder a sus princesas, que ya no tendrán a quien cantarles boleros antiguos, que vendrá otro príncipe joven con guitarra rockanrolera a llevársela por la ventana hacia una tierra sin futuro, sin oficio ni beneficio, con el pelo largo y los modales por los suelos, pero que pudiste haberle visto a ese muchacho hijita.
A veces no lo entiendo, sé que me quiere, se preocupa por mí, me dice que cuide mi dieta, que ya no soy una niña, que debo estar siempre presentable en el escaparate del amor, y por eso peleamos, como cuando encuentra envolturas de caramelos debajo de mi colchón, o sobrecitos de “princesa” en mi mochila, y otra vez el sermón de la dieta, la figura, el escaparate, y para colmo los bombones te los regalo el rockerito ese, a quien le habrá robado el dinero. Y el día siguiente es domingo, perdón mi vida, vamos a misa, después te compro unas donas.
A veces no sé si lo entiendo, quisiera contarte tantas cosas, en mamá no confió porque finalmente te lo contará a ti, horrorizada y nerviosa como cuando habla de mi prima que se casa en 15 días y nos aviso ayer. Papá a veces quisiera hablarte de él también, quisiera que lo conozcas como yo lo conozco, y que sepas que su guitarra no es rockanrolera, es de protesta, y que habla como él solo sabe, y que es como él solo sabe, todo es tan grave, tan crucial con él, me hizo escuchar a Fito Paez, me enamoro con canciones de Sabina, no le importa lo de la dieta, no le importa que me gusten mucho los bombones, quisiera que lo conocieras papá.
A veces quisiera que me entiendas, pero mejor me quedo callada como todos los domingos después de despegarme una hostia del paladar, y subir al asiento del copiloto en tu auto, y viajar hasta la tienda de donas, ignorando las dietas y los chicos de pelo largo, escuchar la radio, viajar a tu lado como a los 5 años, y escuchar boleros de Lucho Barrios, Blues de Sinatra, tus rancheras de José Alfredo Jiménez, tangos de Gardel y ¡¿eso que estas cantando es Sabina papá?! Claro que sí princesa, si con esa canción besé por primera vez a tu madre.
5 de junio de 2010
Desfasado
Llegó el día, 2 de junio, Vinagre y Rosas en Lima, Joaquín Sabina en el escenario. Las hojas de mi calendario por fin me han llevado a estas horas, por fin cayó la flecha en la marca roja del almanaque. En el trabajo dije que tenía examen, en el examen dije que tenía trabajo, me olvide de mis amigos y de mi novia, naufrague solito hasta mi isla llamada Platinum asiento 46. Llego la hora, y anoche no pude dormir muy bien, en la oficina anduve medio despistado, en la universidad no dieron razón de mi, traté de recuperar un poco de sueño camino a casa, mis audífonos sonaban esperanzados en que cantes esas misma canciones más tarde. Todo estaba listo, tenía mi polo de la gira, una cámara fotográfica prestada para registrar todas las notas de una canción, mi entrada temblando nerviosa por la emoción, hay que inmortalizar el momento me dije y con la cámara prestada me saqué unas fotos a lo Steve Mcqueen, unas también para la entradita que pronto será desglosada y otra junto a la entrada del concierto de Fito Páez por aquello de lo de “Enemigos Íntimos”. Mejor me voy un poco borrachito, porque allá todo ha de estar muy caro, muy precio Platinum, sí, mejor otra chelita más y también me voy comiendo algo, ya se va acercando la hora, una chelita más porsiacaso, ya se hace tarde, ni tiempo para acomodarse el sombrero, ni para acomodarse bien la entrada arranchada de la mesa, correr hasta el paradero, saltar a una combi suicida, ya la hora se acerca, ya bajan en el Jockey Club, ya caminas inmensos jardines hacia tu destino, ya estas cerca Sabina, ya ves el cartel Platinum de Platinum, ya te piden tu entrada, ya la sacas de tu billetera, ya se la das al de la puerta, ya te dicen “el concierto de Fito Páez fue el año pasado”.
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