22 de enero de 2010

Mañana

Hay ganas de volver a las noches eternas, de enmarcar a la luna para siempre en la ventana, de brindar con el viento que mezcla el sueño de los durmientes, de pesar en balanzas de oro las esperanzas de mis padres, de bajar los brazos, ganas de no tener futuro.

Ganas de embriagarme con el folklore de Latinoamérica, con el Tango, con Rancheras y con el vals del puente a la alameda. Ganas de mirar tu reflejo en los cristales, de dibujarte con palabras gastadas que se van enredando en tu cabello, y escribirle de perfil a tu nariz mientras respiras mis miradas y las devuelves asesina. Hay ganas de recuerdos, de tus manos, de sus labios, de tu pelo, de su adiós, de fumarme hasta la última estrella, ganas de ser la primera noche sin mañana que espera.

Hay ganas de evitarse luchas necesarias, de huirle a la oficina, a las ciencias, a las flechas hacia arriba, ganas de quietud, de ritmos lentos y cansados, de destinos sin viajes. Hay ganas de ignorar noticias de la calle, de pasar desapercibido en un pestañeo del sistema, de dejar hacer a la gravedad su trabajo, ganas de no tener futuro, ganas de ser la primera noche sin mañana que espera.

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