13 de agosto de 2009

No me ladres

Perro negro no me ladres, eres más furioso que en el sueño y muerdes de verdad, deja de llamar a tu jauría si tú solo ya me estas destrozando, permíteme luchar, la lluvia me entorpece me hace resbalar, se observa que ya tienes experiencia, perro negro, no me muerdas, en el sueño no fue igual.

Este salirse del camino, estos otros perros que me rodean, yo venía acompañado, se que era una mujer; no, no era ella, pero sé que era una mujer, y que la quería, y que la perdí, no sé donde está, perro negro no te atrevas a dañarla. Si camino despacio quizás te tranquilices y dejes de gruñir mientras me devoras el pantalón sin dañarme la piel, perro negro los otros perros negros me gruñen también, mientras no sé donde esta ella, mientras quiero seguir por el camino. Allá están ellos, tus hermanos, tu jauría, en los campos verdes de alrededor, ladrando, mostrando sus colmillos, la noche oscura no ha permitido lunas que me regalen luz para seguir, las estrellas han callado su auxilio madrugador.

Perro negro, sé que estoy maldito, que vendí mi alma y la estas buscando, pero quién es tu amo perro negro, quién es dueño de los otros también, de quién es este jardín, de quién es la casa a la que me dirijo desesperado mientras tú, gruñendo, pasas del pantalón y comienzas a devorar poco a poco mi piel.

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