21 de enero de 2019

Casa Grande


Te muestras a los lejos, con tus ojos de vidrio y ojeras color crema que ya no esconden tu cansancio. El polvo que te avientas ya no puede disimular más tus cicatrices y desde acá puedo divisar el color abandono que te envuelve. Ya no eres guarida de multitudes, ahora tan solo te recorren los recuerdos como fantasmas que se niegan a deshabitar.

Te veo escondido, entre los árboles y el corazón me delata, latiendo cada vez más intenso, más sostenido. Los años ya no son los mismos, tampoco nosotros, los que antes te recorríamos cual niños gritando de escalera a escalera o inventando posibles pasajes secretos que nos escondías. Ahora me llueve arcilla por los ojos, de trocitos que te va quitando poco a poco la brisa que te acaricia. Te niegas a caer a pesar de los años, se rebela el arbusto de flores celestes, el pino, sus ventanales y aquel letrero flojo, desencajado que escupe la noticia: Vendido.