Te muestras a los lejos, con tus
ojos de vidrio y ojeras color crema que ya no esconden tu cansancio. El polvo
que te avientas ya no puede disimular más tus cicatrices y desde acá puedo
divisar el color abandono que te envuelve. Ya no eres guarida de multitudes,
ahora tan solo te recorren los recuerdos como fantasmas que se niegan a
deshabitar.
Te veo escondido, entre los
árboles y el corazón me delata, latiendo cada vez más intenso, más sostenido.
Los años ya no son los mismos, tampoco nosotros, los que antes te recorríamos cual
niños gritando de escalera a escalera o inventando posibles pasajes secretos
que nos escondías. Ahora me llueve arcilla por los ojos, de trocitos que te va
quitando poco a poco la brisa que te acaricia. Te niegas a caer a pesar de los
años, se rebela el arbusto de flores celestes, el pino, sus ventanales y aquel
letrero flojo, desencajado que escupe la noticia: Vendido.
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