Yo me enteré tarde de tu belleza, te vas a reír, pero creo
que si no lo hubieran comentado mis amigos no me habría percatado. Al principio
dudaba, pero sus argumentos eran muy convincentes, y tus ojos tan
transparentes. Con los años y nuestros días, la gravedad de tu hermosura me fue
absorbiendo y ya no podía hacer más que mirarte, esperar y mirarte, escuchar y
mirarte, ceder a tus certezas y robarme el tiempo que me faltaba para regalártelo.
Fuiste tan guapa todos esos años, en todas las distancias,
en la cercanía y en la conversación, al extremo de la línea telefónica o
cruzando calles a mi lado. Nunca te lo dije, no me gusta decir obviedades,
nunca te solté ni un piropo, porque me es fisiológicamente imposible, no creas
que andaba por ahí recitando al oído cosas que no te decía a ti, ninguna otra mujer merece ser llamada guapa mientras tu
vivas.