Un escrito que se equivoca y se convierte en poema, un recital extraviado que se declama en silencio, líneas timoratas que gritan una noche. Es el sol que resbala por la sombra de tus medidas o el viento que juega con la neblina entrometida. Es la mañana que se escapa de un día de rutina, las tardes que recojo por tu mala partida o las noches que me invitan los viejos amigos. Son las líneas que llevo en el bolsillo de la camisa junto a los lentes que se alían y me permiten entender el camino. Es la corbata que dejo colgada en la repisa y los zapatos que escondo debajo de tu cama. Son los cantos que escuche en un concierto esquivo o la vieja tonada que se me pierde en el camino. Son las miradas que rebotan cuando no te miro, el temblor de tu cuerpo junto al mío. Es el lugar que te escoge, el mar que te llama, la vista desde mi acantilado bendito.
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