... como cuando el tiempo juega con barajas que no se acuerda que tenía y una fotografía rueda por las escaleras de mi casa a la ventana de otros tiempos que se pintan intransitables. Como cuando me veo en ese rostro que ya no es mío, en esa mueca que nunca aprendí, en esa sonrisa con amigos, en las ingenuas locuras estrenadas.
Cuando no me acuerdo de ese recuerdo, y otras veces lo llevo en la mirada, o en el paso, o en las cosas que no hago. Como un sueño de insomnio, un “yo me acuerdo que tú te acuerdas”, memoria colectiva por el tiempo compartido, caprichos del alma que selecciona sus excusas.
No había cristales de mira, todo era tan claro; no había excesos, no había mentiras; sólo gobernaba la idea de que sería más fácil después del colegio, sin mamá revisando los controles, sin reuniones de APAFAS, sin llamadas del coordinador, ingenuo aprendiz de ser humano, tu mejor ayer se fue mientras te lamentabas del oro que se rebalsaba por tus manos.
Ahora que vuelo los ojos cansados, como cuando por sobre el hombro me llaman sus palmadas, ahora que reafirmo todo lo vivido, que lo llevo como charco en la mirada, ahora que el mañana arde, que el futuro espanta, ahora que los golpes más fuertes no han llegado, que nos exigen oferta y demanda, ahora que aprendí a cometer errores, tomate esta botella conmigo, promoción; que también hubo tiempos mejores.
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