Aquí estoy, tengo 19 años, mujer, nacida en
Sullana, soltera y prisionera. Aquí estoy, y otra vez no me vas a escuchar. Al
principio lo intentaba, cuando sentía tu llamado inesperado a la puerta, cuando
sabía que eran tus pasos en la entrada, trataba de que me escucharas, luchaba
contra la soga que atrapa mis gritos, rogaba porque el movimiento de mi silla
fuera lo suficientemente escandaloso para llamar tu atención. Guardé esa
esperanza durante los primeros años. Le ha faltado decirte que la casa tiene también
un sótano, otro televisor y un niño que murió al nacer. No terminé la
secundaría, ¿esto se considera trabajo u ocupación? Llegue aquí hace 5 años,
debía apoyar con las tareas de la casa, pero ahora no hago nada de eso, solo
espero a que él se acuerde de mí, me alimente y utilice cuando se le antoja,
todavía es fuerte y mis brazos siempre pierden cuando van a enfrentarlo. Me
criaron como católica, pero hace años que solo conozco el infierno, ¿cómo le
puedo rezar a un dios que me ha abandonado? Soy de raza mestiza, aunque mi piel
hace mucho que no recibe al sol, no sé si mis padres siguen vivos, ni se si
ellos saben algo de mí. ¿Él te ha parecido muy amable verdad?, solo no bebas
nada que vaya a ofrecerte, termina rápido con el cuestionario, vete lo antes
posible, así no hayas terminado todas las preguntas. ¿Escuchaste?, pide ayuda,
lucha lo más fuerte que puedas, esta quizás sea tu última oportunidad, él no se
va a tranquilizar, él no entiende razones, corre, huye, regresa por mí. No, no
quiero tu compañía, no vas a tomar mi lugar.