11 de agosto de 2015

Letras Inutiles

Nada hubiera podido evitar que yo me enamorará de ti. Fuiste el puerto final de todo mi viaje por la divinidad femenina, tu rostro contenía la luz de tantas películas adoradas, el azul de tus ojos brillaba como el cielo de los mejores días y en tu boca me esperaba el descanso soñado al final de mis palabras. Todas las canciones hablaban de ti, fuiste protagonista de cada una de las historias que leí y los versos clásicos alabaron premonitoriamente tu silueta.

Hubiera sido imposible evitar ese camino, y fue tan dulce recorrerlo. A primera vista supe que eras la suma de todos mis sueños y delirios. Reconocí, casi de forma natural, la manera en que caía tu cabello y los pasos que hubiera seguido hacia cualquier destino. Te buscaba siempre con la mirada, con los cinco sentidos, cualquier ángulo era oportuno para verte, y no se ha inventado el cristal que pueda reflejar tanto deseo.

Pero no le basta al hombre con tener el sueño al alcance, hay que ser digno del mismo, y yo no lo era.  ¡Y vaya si me esforcé!, nunca lograrás saberlo, traté de ser mejor por ti, para estar a la altura, para ser el sueño de la mujer que yo había soñado. Por eso recurrí a la literatura, busqué encontrar enseñanzas en los grandes maestros de la conquista, aprender de sus éxitos en el amor y también de sus fracasos. Trate de memorizar todas las rimas de todos los idiomas para por fin encontrar las apropiadas a tu oído. Me sumergí por años para construir el refugio a donde correrías dispuesta y feliz, mirando por fin a mis ojos que tanto te han esperado.

La lección final fue la más difícil. ¿De que sirvió madrugar buscando la estrella más brillante para compararla con su belleza en un soneto nunca leíste? De que sirvió levantarte altares secretos, cuidar tus pasos, guardar el eco de tu risa, si al final en el amor no ganan los soñadores, ni los que han leído más poesía. De que sirvió, si al final escogiste al que tuvo más valor y se plantó frente a ti, con todas sus limitaciones, robándome los sueños y dejando solo pesadillas.   


¿Nunca te importo nada de esto verdad?, ¿contigo las letras son inútiles, cierto?, fallé en mis estimaciones  y ahora solo queda contemplar la enorme ausencia que has dejado, reprochándome que siempre estuve equivocado, que las palabras no sirven para conquistar nada, que solo pueden ayudarme a hacer menos tediosa tu ausencia.